MADRID, ESP.-
Los genios catalanes, Joan Miró y Antoni Gaudí, forman parte de la historia del arte español. Su ingenio les hizo dar la vuelta al mundo, pero a pesar de ser opuestos, les unía su pasión por su profesión, además compartieron aula.
Joan Miró es un pintor arraigado a su tierra, célebre autor de innumerables obras como; “El carnaval del Arlequín”, “Retrato de Vicente Nubiola” o “Naturaleza muerta con zapato viejo”.
Es considerado uno de los iniciadores del surrealismo, con una sensibilidad infantil, una riqueza creativa plasmada en sus cuadros, con parámetros únicos, por esta razón sus composiciones son reconocibles a primera vista.
A pesar de su pasión por sus raíces, Miró consiguió trasladar sus pinturas fuera de España llegando a Nueva York y Japón. A Gaudí le gustaba lo ostentoso, el volumen y la forma. Fue un genio de la construcción, un hombre que dedicó toda su vida al estudio de la arquitectura.
Años después de su insólita muerte por el atropello de un tranvía, la Unesco reconoció siete de sus obras como patrimonio de la humanidad, entre las que destacan La Sagrada Familia, Casa Batlló y Casa Milá.
A pesar de ser autores muy diferentes, según información emitida por el periódico El País el pasado 29 de agosto, los dos genios también compartieron aula.
Las clases de modelo al natural les unió durante un tiempo. Miró con tan sólo 20 años sabía que lo suyo era la pintura y quiso formarse en bellas artes.
Sus padres accedieron a llevarlo al Cerque de Sant Lluc, donde se encontraba Gaudí, socio de esta prestigiosa institución, quien a pesar de ser arquitecto y acabar de construir “La Pedrera”, pensaba que siempre era importante aprender, y que esto le podía aportar mayor realismo a sus obras.
“Nosotros éramos unos chicos jóvenes y él un señor mayor, pero venía a dibujar como uno de nosotros. Era un hombre modesto, iba como un aprendiz y eso dice mucho de su moral. Era un gran personaje y nosotros lo sabíamos”, explicó en 1978 Joan Miró a Paloma Chamorro, periodista y símbolo de la movida madrileña, en uno de los tres programas de Trazos que dedicó al pintor al cumplir 85 años.
A Miró le seducía el hecho de compartir aula con el afamado Gaudí, se convirtió en uno de sus referentes y no dejó de estar en su punto de mira, una fascinación que le marcó para siempre en sus obras.
“Pienso de Gaudí, a quien de una piedra le nace un campo de estrellas, con un crisantemo en medio”, dijo en alguna ocasión. (Con información de Elsa Fernández).