Cd. de México.-
A Paola le gusta la equinoterapia, la practica tres veces a la semana. Aunque es una de sus actividades favoritas, también disfruta jugar tenis y en la escuela tiene clases de música en las que toca el violín; su mamá la describe como una niña “muy activa”.
Cuando apenas tenía un año, a Paola le diagnosticaron hipoacusia bilateral profunda, lo que coloquialmente se conoce como sordera. A los dos años se le colocó un implante coclear del lado derecho, lo que le permitió desarrollarse como cualquier otra niña, y apenas el 7 de diciembre pasado se le colocó el segundo implante, esta vez del lado izquierdo, lo que le permitirá tener una mayor discriminación y claridad en los sonidos.
Paola tiene ocho años, posa frente a la cámara desinhibida, con sus peluches; sonríe y sujeta de la mano a sus padres. Tere Escorza, su madre, relata que el proceso ha sido difícil porque la niña nació con “la ausencia del sonido”, por lo que debía aprender a escuchar y al mismo tiempo a desarrollar el habla.
“Tienen que aprender a escuchar, es un proceso complicado para ellos porque es nuevo, no es como nosotros, que ya estamos acostumbrados. Sí fue muy difícil, tuvimos varias complicaciones con la estimulación, ella no escuchaba, no desarrollaba el lenguaje, decía pocas palabras. Sin esto (el implante) mi hija no podría hablar, no podría escuchar, nos comunicaríamos con ella por medio del lenguaje de señas; es increíble para mí que aunque mi hija nació sorda, esto le permita comunicarse”, expresó.
Paola es una de las 360 millones de personas en el mundo que padecen sordera; en México, entre dos y tres niños de cada mil nacen con algún grado de pérdida de oído. Las causas de la hipoacusia son múltiples, puede ser hereditaria, por algún medicamento que se tomó en el embarazo o por alguna enfermedad como la rubeola. En el caso de Paola se desconoce la causa de su sordera, explicó Gonzalo Corvera Behar, presidente de la Asociación Mexicana para la Audición Ayúdanos a oír (Amaoir).
Corvera Behar explicó que los implantes cocleares, como los que tiene Paola, son como un “oído electrónico” que realiza las funciones que el oído de manera natural debería hacer, que es captar el sonido, analizar sus frecuencias y estimular distintos puntos del nervio auditivo, dependiendo de la frecuencia, así como de la intensidad del sonido. “Eso que es lo que nuestro oído de manera natural hace normalmente, lo mismo lo hace el implante coclear”, comentó.
Detalló que en el proceso para hacer el implante coclear se colocan unos electrodos dentro del caracol auditivo, el cual está en contacto con el nervio, mientras que una antena que se sostiene con un imán de la cabeza se conecta con la parte interna del implante. Indicó que no se tiene una estadística precisa sobre cuántos pacientes tienen un implante coclear, pero estimó que son alrededor de 2 mil personas a quienes se les ha colocado en todo el país.
El también director del Instituto Mexicano de Otología y Neurotología llamó a las madres a revisar a los recién nacidos, a fin de detectar de manera temprana la sordera o los problemas de audición, puesto que de ello depende que el menor comience de manera inmediata el tratamiento y pueda desarrollar el habla de manera normal, sin ningún impedimento.