Monterrey, N.L.-
Previo a la conferencia “La invención de la risa: Jorge Ibargüengoitia y Carlos Monsiváis“, el escritor Juan Villoro pidió firmas para apoyar la postulación de Maria de Jesús Patricio como candidata independiente a la Presidencia de la República.
“Antes de iniciar la conferencia, quisiera hacerles un anuncio cívico; desde algún tiempo yo soy vocal de una asociación que postula a María de Jesús Patricio, como vocera de los pueblos indígenas esperando que pueda estar en la boleta para las próximas elecciones.
“Esta es una iniciativa cívica porque nuestro lema es:‘firma por Marichuy vota y por quien quieras´; no se trata de tomar partido adelantadamente en las elecciones, se trata de luchar porque los pueblos indigenas puedan expresarse a lo largo de la campaña y sean odias las voces de quienes son los fundadores originarios de este país y rara vez han sido escuchados“, exhortó a quienes se reunieron en el Patio Ala Sur de Colegio Civil Centro Cultural Universitario.
Con su presentación de ayer por la noche, Villoro inició las actividades de la Feria Universitaria del Libro UANLeer, al hablar sobre dos exponentes de la literatura mexicana: Jorge Ibargüengoitia y Carlos Monsiváis, quienes hubieran cumplido 90 y 80 años respectivamente.
La charla, giró en base a dos capítulos que el también autor de “El Testigo”, “Safari accidental” y “Dios es redondo”, entre otros, incluyó en su más reciente libro “La utilidad del deseo“ que presenta hoy en la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL.
“En libro hay un perfil, un retrato de Ibargüengoitia, hay otro de Carlos Monsiváis, y me pareció que era una buena oportunidad ponerlos en circunstancia y hacerlos dialogar ante ustedes por motivos que espero que sean suficientemente elocuentes“, expresó .
De Monsiváis dijo que se había convertido en había alcanzado un grado de influencia social tal, que era consultado por autoridades en el ámbito cultural para tomar decisiones importantes como a quiénes podían hacer un homenaje póstumo en Bellas Artes.
“Con el tiempo Monsiváis se fue volviendo tan importante, que bastara que llegara a un sitio a modificar el curso de los sucesos. El entraba (por ejemplo) a un concierto de Juan Gabriel y este detectaba la presencia de Monsiváis y entonces le dedicaba una canción y cambiaba el repertorio para que Monsivais para que de alguna manera se incorporara al suceso.
“El rango que adquirió, digámoslo así, como juez de la cultura mexicana fue tan elevado, que ciertas cosas solo se podían definir con su criterio. Cuando Gerardo Estrada era director del Instituto Nacional de Bellas Artes le pregunté: ¿cómo deciden ustedes que una persona que pertenece a la cultura popular pueda ser velada en Bellas Artes una vez que fallece? y contestó: es muy sencillo, le hablo a Monsiváis y le pregunto si podemos velar a esta persona“, señaló.
Sobre Jorge Ibargüengoitia tuvo algunas dificultades para ser dramaturgo, entre otras cosas por la longitud de su apellido, pero eso no impidió que encaminara su vena literaria como novelista.
“La relación que tuvo Jorge Ibargüengoitia tuvo con el teatro fue bastante tempestuosa, porque su maestro Rodolfo Usigl, fundador de la dramaturgia en México, le dijo: `Mire usted Jorge, tiene un grave problema para ser dramaturgo en México y es que su apellido es muy largo, porque en las marquesinas nunca hay suficientes letras y mejor pongas Ìbar´ porque si no no va a llegar a nada“, relató.
Apuntó que a diferencia de Monsiváis, Jorge Ibargüengoitia no reclama ninguna autoridad para sí mismo, porque ejerce la autocrítica y se burla de la realidad
“Iguarguengoitia no tiene una concepción de lo que debe ser la cultura, sino que el se burla de todo lo que encuentra a su paso y de alguna manera se reconcilia con una realidad defectuosa ejerciendo la crítica; es decir:, en vez de afirmar: `esto no sirve para nada´, decir bueno `esto es un desastre, pero nos podemos reír de ello y en la medida que nos reímos podemos sobrellevarlo“, argumentó Juan Villoro.