Hace tiempo escuché utlizar “treintonas” despectivamente y hasta como una ofensa, y ni que decir de “luchona”, que actualmente lo vemos de forma negativa y los asociamos a mujeres que, dicen, disfrutan la fiesta en exceso, sin restricciones y para hacerlo dejan a sus hijos al cuidado de las abuelas, siendo consideradas como madres irresponsables.
Conozco a tres mujeres que reivindicaron totalmente esos términos, son treintonas, porque cursan la tercera década de existencia, pero disfrutan de su edad al máximo pues la han vivido y disfrutado intensamente y presumen la madurez que los años les han otorgado.
También son luchonas, porque no se detuvieron hasta lograr el sueño de concluir sus estudios universitarios sin importar que fueran madres, pues para ellas sus hijos jamás han sido un obstáculo, sino el motor que las impulsó a luchar por sus metas.
Anna Laura veía como algunas de sus amigas eran profesionstas exitosas y deseaba serlo también, así que impulsada por su mamá y el amor a sus dos hijos, se lanzó a estudiar Administración de Empresas, en la Universidad del Atlántico.
Ser madre soltera y verse apretada con los gastos del hogar no la detuvo, al contrario, ella realmente fue una luchona y le hizo a la “vendimia” de comidas y “lonches”, maquillajes y frituras para completar su colegiatura mensual.
Cuando subió al estrado a recoger su reconocimiento con lágrimas en los ojos y recibió los aplausos de familia, compañeros y amigos, entendió que el asistir desvelada a su trabajo luego de hacer tareas en la madrugada habían valido la pena.
Eréndira estudió Ciencias de la Comunicación y obtuvo el promedio más alto de su carrera, además,
fue la encargada de leer el discurso de despedida a a sus compañeros de generación.
A pesar de tener dos hijos y desempeñarse como ama de casa, cursó la licenciatura de forma regular junto compañeros mucho menor que ella, demostrando que la edad no está peleada con el entendimiento y la inteligencia.
Laura también es madre de dos hijos y al igual que Eréndira estudió en la UMAN; luego de varios años finalmente logró concluir exitosamente si carrera de Psicología y sueña con fundar su propio consultorio.
Así que las treintonas no somos viejas, ni estamos acabadas, quizás nuestra piel no luzca como la de una jovencita de veinte, pero muchas somos madres que impulsadas por nuestras familias,
salimos diariamente adelante, quizás rompiendo estereotipos y luchando contra la corriente.
O como en estos casos, sirviendo como motivación y ejemplo y siendo la prueba más clara de que no hay edad para soñar ni para lograr tu sueños.