Reynosa, Tam.-
¿Su hijo se incorpora por las noches llorando, gritando, con la respiración agitada sin poder ser consolado? lo que usted cree es una pesadilla podría ser un terror nocturno, algo que si bien forma parte del desarrollo normal de los niños ocasiona gran inquietud entre los padres.
Según la psicóloga Lorena Muñoz Gómez, es la interrupción del sueño por medio de la aparición de sueños no gratos que aparece mayormente en los niños.
NO SON IGUALES A LAS PESADILLAS
“Quien lo presenta lo tiene como algo muy vívido, como una vivencia, y una característica es que el niño tiene movimientos, muestra inquietud, puede hacer sonidos guturales y cuando el sueño es interrumpido se tiene la capacidad de contar con exactitud, detalles y sensaciones a flor de piel”, detalló.
Comentó que al principio se pueden tener problemas para narrarlo, pero luego de unos minutos es capaz de hacerlo, con una sensación similar a la de haber estado en el lugar o suceso que soñó.
“Los sueños son como una recopilación de las vivencias y las angustias que tenemos durante el día, las preocupaciones o anhelos reprimidos y regularmente nuestros sueños son un poco confusos, como un collage de varias cosas y situaciones”, explicó.
Dijo que no es tan común que los padres lo identifiquen como un terror nocturno y mucho menos que vayan a consulta porque la mayoría de las veces se subestima, pueden pensar que se trata de simples pesadillas, pero no es lo mismo.
“Un sueño regular dura pocos segundos y al despertar la persona puede no acordarse de qué estaba soñando, pero un terror nocturno puede oscilar entre los dos y 40 minutos y aunque al principio no pueda hacerlo por la impresión de sentir que realmente lo vivió, puede contar lo soñado a la perfección”, afirmó.
Agregó que los terrores pueden llegar a desgastar mucho a las personas que los tienen.
Muñoz Gómez manifestó que se presentan entre los tres y los siete años de edad y coinciden con lo que unos autores llaman la “Etapa de la fantasía”, y se refiere a que los niños no distinguen entre la realidad y la ficción.
“Puedes ver a un niño creyéndose Spiderman o su personaje favorito, pero también se pueden hacer presentes en la vida adulta”, precisó.
¿CÓMO IDENTIFICARLOS?
La psicóloga destacó que son cuatro aspectos los que deben tomarse en cuenta para ver si efectivamente es un terror nocturno el que se está presentando.
El primer punto, aseveró, es la vivencia de imágenes, que se refiere a que el niño puede describir detalles que vio en su sueño de forma exacta, por ejemplo, qué vio, cuáles eran sus colores, formas, entre otras cosas.
Durante los terrores nocturnos las sensaciones que experimente el niño son muy importantes, pueden llegar a sentir frío, calor, dolor, hasta la temperatura ambiental.
“La excitabilidad también es un indicador importante, si ven que un niño es muy inquieto para dormir, se mueve mucho durante la noche o luce intranquilo puede deberse a lo que está soñando, no se trata de que sea solamente su forma de dormir”, enfatizó.
Las verbalizaciones completan las características, esto se refiere a cuando el niño habla solo, hace algún soplido o grita.
“Todos manejamos el miedo de diferente manera, sí tenemos que poner mucha atención y si se reúnen tres de estos síntomas sería conveniente asesorarnos y acudir con un especialista para manejarlo”, sentenció.
LO QUE DEBE HACER
Cuando el niño se incorpora tras haber experimentado un terror nocturno, los padres de familia pueden desconcertarse un poco al no saber como manejar la situación o cómo tratarlo.
Sobre todo, porque puede haber ocasiones en que el niño no despierte por completo y tarde un poco en comprender que está en su recámara, junto a sus padres.
“Hay que hablarle con un tono de voz suave y pausado, cuando estamos dormidos nuestro consciente también lo está, pero nuestro inconsciente no y todo el tiempo está recopilando información de lo vivido durante el día y si está teniendo un terror nocturno durante alguna etapa del sueño muy profunda, levantarlo de forma abrupta no es apropiado y podría ser traumático”, aclaró.
La especialista enfatizó que a pesar de que no hay mucha información al respecto, se considera que si se presentan más de dos veces por semana hay que poner atención.
“Puede presentarse por algo que le sucedió al niño durante el día a día, por ejemplo, que hayan atropellado a un perrito, un regaño en la escuela y puede ser considerado normal, pero si los tiene más de dos veces por semana puede obedecer a una neurosis de angustia”, declaró.
Puede deberse, refirió, a un acontecimiento o una situación traumática que no se restauró en el niño o no fue atendida.
“Muchas de las veces subestimamos la infancia pensando que están chiquitos y no se dan cuenta de lo que pasa, que nada les preocupa, pero déjenme decirles que es precisamente en la infancia, en los primeros ocho años cuando se fijan los traumas que el ser humano saca a relucir en la adolescencia o en la vida adulta”, reveló.
Cuando se tiene en claro que el niño presenta un problema hay que acercarse a él y ver si algo está pasando en su entorno.
“A veces el niño es reprimido o no tiene confianza con los papás, o no nos damos el tiempo para hablar con él y preguntarle si desea que se platique lo que le pasa con alguien más, así el niño se va a sentir acompañado”, indicó.
Reveló que lo primero que debe de hacerse es visitar al pediatra para descartar la presencia de cualquier padecimiento y una vez confirmado acudir con un terapeuta.
Este especialista podrá realizar entrevistas a los papás y un test proyectivo de personalidad al niño, en donde por medio de dibujos y otras actividades mostrará qué es lo que está viviendo.
La psicóloga subrayó que el trabajo con técnicas de relajación es muy importante y de mucha ayuda, ya que así aprenden a relajarse.
Agregó que también debe fomentarse la confianza del niño en sus padres y cuidadores, además de darse una educación en la rutina del sueño.
“A veces los niños son enviados a dormir a punta de regaños y maltratos, o cuando los papás están viendo películas de terror o contenido para adultos y hay que cuidar que todo eso no suceda”, detalló.
Recomendó volver al principio de la crianza de los hijos, es decir, recordar cuando eran bebés y los cuidados que se tenían con ellos a la hora de dormir.
Una cama limpia, exentarlo de ruidos u olores que lo molesten y la aplicación de alguna crema, aromas o música relajante pueden ayudar a que tenga un sueño reparador.
Aconsejó realizar actividades antes de que vaya a la cama para que se canse, una cena libre de azúcares y grasas y un buen baño, son acciones que los padres pueden poner en marcha para evitar disturbios nocturnos.
“Algo muy importante es llevarlo a la cama cuando esté a punto de dormir, no llevarlo a las ocho si se duerme a las 11 y reducir la hora a la que se acuesta, un niño escolar debe hacerlo a las nueve de la noche y alumnos de secundaria a mas tardar a las 10”, precisó.
Sentenció a los padres que si el niño pide un objeto transicional para ir dormir, como un peluche, muñeco o frazada hay que permitírselo y no ser abrupto con él ni presionarlo para que no lo haga.
La psicóloga Lorena Muñoz Gómez brinda atención en calle Independencia, número 235, colonia Aztlán y puede ser contactada a través del teléfono 899 160 16 50.