Reynosa, Tam.-
El pasado 13 de febrero José Lino Castellanos y Elizabeth Mejía Cabrera intentaron cruzar el río Bravo en Reynosa, pero la corriente los arrastró y solamente ella logró sobrevivir.
El cuerpo de su cónyuge estuvo durante más de un día desaparecido, por lo que tenía la esperanza de que se hubiera salvado; sin embargo, más tarde las autoridades localizaron su cadáver y ella finalmente lo reconoció (por las prendas de vestir que llevaba puestas).
La joven viuda, de apenas 19 años de edad, y quien tiene un embarazo de cuatro meses, relató que ambos querían que su hijo naciera en Estados Unidos, para poder brindarle un mejor futuro, pero sus sueños se vieron tajantemente truncados cuando José se ahogó y ella tuvo que quedar al resguardo de la casa del migrante Nuestra Señora de Guadalupe.
La encargada del refugio, Catalina Carmona Librado, dio a conocer que se están haciendo las gestiones pertinentes para que Elizabeth regrese a su natal Honduras a esperar el cuerpo de su esposo y poder darle sepultura.
Ante el Instituto Nacional de Migración (INM) se hizo la solicitud voluntaria de repatriación; no obstante, le avisaron que su caso podría demorarse, dado que Elizabeth no cuenta con ninguna clase de documentos (pues perdió todos sus papeles en su intento de cruzar la frontera entre México y Estados Unidos).
La mujer migrante está solicitando ayuda a la Embajada de Honduras para que los restos de José sean devueltos a su país, que ella pueda acompañarlo en su sepultura y que su cuerpo no vaya a una fosa común. El Instituto Tamaulipecos Para los Migrantes, por su parte, ya tiene también conocimiento de este asunto.
“Elizabeth ha recibido el apoyo que la Casa del Migrante puede otorgar, como a cualquier persona refugiada que se le da alojamiento, la comida, ropa para cambiarse, un kit de aseo nuevo; el apoyo de psicología por Médicos Sin Fronteras y el moral y espiritual de nosotras también.
“Nosotros quisiéramos que su pena no fuera tan grande. Seguimos acompañándola desde lo que podemos, con la oración y la solidaridad, con todo el sufrimiento humano y buscando los medios para contactar con su familia y autoridades, facilitando este proceso tan complicado para ella”, comentó Carmona Librado.
Elizabeth confesó que emigró por amor, porque el sueño de José era salir adelante con ella y su hijo trabajando como cocinero en un restaurante de comida italiana en Estados Unidos, pero ahora que él ya no está, asegura que ya no tiene sentido estar tan lejos y prefiere mejor volver a su patria.