Reynosa, Tam.- A días de que la Navidad llegue, decenas de personas abarrotan los puentes internacionales hasta por tres horas en busca de las consolas de video, bicicletas, automóviles eléctricos, computadoras y demás regalos para amigos y familiares.
Felices derrochan el esperado aguinaldo, mientras que aquellos que ganan poco se ven en la necesidad de sacar el “guardadito” que era custodiado por el colchón desde principios de año.
Regalos, regalos y más regalos ocupan la mente de muchas personas durante esta época del año, donde la mayoría busca el mejor obsequio para esa persona especial.
Ese es el panorama de las familias con posibilidades económicas para comprar un arbolito de Navidad, adornar sus casas con foquitos de colores y colocar en la mesa un pavo para cenar con la familia entre risas, recuerdos y anécdotas que los hacen sentirse plenos.
Sin embargo, para la familia Ponce del Angel, que habita en la colonia 10 de Mayo, la Navidad es diferente desde hace cuatro
años que llegaron de su natal Veracruz, pues la pobreza los acogió y desde entonces no han podido festejar la Nochebuena.
Hundidos en la tristeza por haber perdido todos sus bienes materiales en un incendio la primer semana de diciembre, ahora la crudeza del festejo decembrino se agudizó a tal grado de que una vez más no celebrarán la Navidad.
A pesar de que no es fácil pasar las bajas temperaturas con el calor de las brasas mientras el aire sopla entre las improvisadas paredes de madera y un techo de lámina que se mueve con los fuertes vientos, la familia Ponce del Angel es feliz a su manera y sin cosas lujosas, pues sonríen al nuevo día que se asoma por la ventana con la dicha de que, al menos, sus hijos tienen salud.
SIN FESTEJO
“Desde que llegamos no festejamos la Navidad porque mi esposo gana muy poco y apenas si nos alcanza para comprar comida” relató María del Angel Durán de 27 años, quien con voz entrecortada suplicó por ayuda para reconstruir su vivienda y darles un techo más seguro a su pequeños hijos.
La más grande, de seis años, se llama Ana Laura, después le siguen Carlos Uriel de tres años y el bebé de la casa: Alexis de un año y medio.
Sus hijos saben lo que es un regalo de Navidad y no es porque Santa Claus haya bajado por la chimenea y se los haya dejado, sino porque sus vecinos, que también son de escasos recursos pero con mayores posibilidades que ellos, salen a las calles llenas de baches a pasear en sus bicicletas o carritos a control remoto.
LLEGAR A SU CASA NO ES FACIL
Apenas se asoma la calle Primero de Mayo y lo único que se observa es una larga avenida sin pavimentar con casas de madera,
vehículos olvidados, niños descalzos corriendo entre la tierra y madres de familia haciendo de comer en estufas improvisadas.
Este es el día a día de las familias que habitan en una colonia irregular donde el gobierno no ha llegado con los servicios básicos y las familias se las arreglan con baños de pozo y energía robada por decenas de “diablitos” que, por la sobrecarga, apenas les permite encender un foco.
“No tenemos luz ni drenaje, sólo un baño de pozo y un cable largo con el que el vecino nos pasa la luz” cuenta Doña María, con el temor de que los reporteros fueran personal de la Comisión Federal de Electricidad quienes llegaron para cobrarle la energía que no ha pagado en años.
El panorama es desalentador, la escasez es la primera palabra que han aprendido sus hijos a lo largo de los años. El pedir un regalo para Navidad no es el problema, sino que no hay dinero para comprarlo ni siquiera de segunda mano.
Para hacer las cosas peor, el incendio que los afectó hace unos días no sólo arrasó con su casa, sino también con los juguetes de sus hijos, su ropa, estufa, la lavadora que con esfuerzos compraron, la bicicleta de su esposo Marcelino con la que se iba al trabajo y un viejo sofá.
Y aunque su casa quedó reducida a cenizas lograron recuperar algunas laminas viejas para volverla a levantar.
LOS REGALOS
Mientras Ana corría entre la tierra estirando una maleta rosa muy maltratada, se dio cuenta que su sueño de tener una bicicleta nueva se podría hacer realidad por lo que se dirigió hacia el reportero y mientras jalaba su maleta le preguntó si conocía a
“Santa Clós”.
“Quero” pedirle mi regalo ‘pa´ Navidad’”, dice de manera desesperada.
Una lágrima recorrió la cara de la señora María, cuando su pequeña hija prefirió pedir regalos para sus papás y sus hermanitos.
“‘Quero’ ropa para mi mamá y una ‘biciqueta’ para mi papá ‘poque’ se quemó en el ‘cendio’, y para mis ‘manitos’ unos ‘caditos’ ‘pa’ que jueguen”, indicó.
La pequeña no alcanza a comprender la razón porque su madre está llorando frente a ellos, tampoco entiende por qué el dinero es insuficiente para llevar carne a su casa y mucho menos por qué no tenía juguetes como el resto de los niños. Lo único que si entendía es que “Santa Clós” le podía conceder todos sus deseos.
Y pese a que en los últimos cuatro años le ha pedido lo mismo y nunca ha llegado, la esperanza e inocencia de tener seis años le permite seguir soñando con que algún día despertará en la madrugada y bajo el pino de Navidad estará una gran envoltura roja con Rodolfo el reno pintado y adentro su bicicleta… el color no es problema.
Lamentablemente tampoco sabe lo que es tener un pino con luces destellantes, esferas de colores brillantes y una estrella llamativa en lo más alto., Los únicos que ha visto se reflejan en las ventanas de sus vecinos que a veces deben de apagarlo porque la energía únicamente les permite tener encendido una cosa a la vez y no se pueden dar el lujo de mantenerlo prendido toda la noche.
FRIJOLITOS CON CHORIZO
Mientras miles de personas celebrarán la Nochebuena acompañados de familia y degustarán de una exquisita cena con risas y anécdotas, la familia Ponce del Angel cenarán frijoles con chorizo.
“Venimos en busca de una mejor vida y lo único que encontramos fue más pobreza”, relata María mientras carga al más pequeño de sus hijos; el mediano, aferrado a su pantalón la observaba fijamente.
“Desde que llegamos no festejamos la Navidad porque mi esposo gana muy poco y con el sueldo que él gana apenas si nos alcanza para comprar comida para los niños”.
¿Y cuál será su cena de Navidad?, pregunta el reportero.
“Creo que no habrá cena, a lo mejor frijolitos con chorizo y tortillas o una sopa para todos, mi esposo gana 150 pesos diarios y ahora que no tiene como irse al trabajo pues llega con menos dinero”.
Desafortunadamente, la Navidad para la familia Ponce del Angel no existe, sus hijos no la han vivido nunca, “Santa Clós” es solo una leyenda, que sólo llega a la casa de sus amigos, pero que jamás ha tocado su puerta v
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