Ciudad de México.-
El robo de alcancías es el delito más común en las parroquias de la Ciudad de México, aunque también se registra el hurto de piezas de arte sacro y extorsiones por secuestros virtuales a los sacerdotes.
Información publicada por el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (Siame) señala que en 2017 se abrieron más de 204 mil carpetas de investigación por diversos tipos de robos, incluidas algunas denuncias hechas por sacerdotes o feligreses.
Ante hechos como el ataque al sacerdote Miguel Ángel Machorro, quien fue apuñalado en la Catedral Metropolitana el 15 de mayo del año pasado, o los fieles que fueron atacados con un arma blanca en una Iglesia de Ecatepec, han encendido “focos rojos” en la Arquidiócesis.
La Arquidiócesis de México implementará un protocolo de seguridad en las parroquias comenzará a difundirse próximamente a través de Cáritas Arquidiócesis de México, abarca medidas tanto para los inmuebles como para quienes laboran en ellos y para los fieles.
Para atender el robo de alcancías se recomienda instalar cerraduras de alta seguridad, tener horario de vaciado de las mismas y que sean pocas las personas responsables de este asunto; según este protocolo el dinero debe ser guardado en gabinetes con acceso muy restringido.
José Luis Aguilar, responsable de la Comisión de Justicia y Paz de la Arquidiócesis de México, detalló que a los responsables de los templos se les ha recomendado hacer un inventario fotográfico de todos los objetos que existen en el mismo, sobre todo de los que tienen un alto valor por ser arte religioso; se debe hacer una ficha técnica por cada pieza.
Resaltó que las bardas perimetrales, rejas y puertas deben tener una altura suficiente que impida el acceso al interior del predio, y por encima de ellas poner un alambrado o protección de seguridad.
“Este protocolo contiene recomendaciones que se pueden llevar a cabo, pero siempre se debe considerar como un referente, puesto que cada parroquia tiene sus propias características. Los sacerdotes deberán tomar las mejores decisiones en beneficio de la seguridad del templo, de los feligreses y de la sociedad en general”, dijo.
Indicó que deben instalarse contactos magnéticos en las puertas, detectores de movimiento, sensores de humo, botones de pánico y sirenas, así como un sistema de circuito cerrado que permita monitorear las acciones de las personas a través de cámaras distribuidas en los lugares más importantes de las parroquias.
También se sugiere contar con letreros que digan: “El templo cuenta con circuito cerrado de televisión, las imágenes son captadas, y están conectadas a un sistema de seguridad preventiva, y en cuanto a las llaves de acceso a los templos, se debe tener un número limitado de juegos y saber a quién se le otorgan”.