CD. DE MÉXICO.-
“Los mexicanos son felices pero no por las acciones de gobierno, sino por sus relaciones sociales afectivas y la solidaridad con otras personas”, aseveró la encuesta “Bienestar Subjetivo”, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) que, a enero de 2020, encontró que las personas entre 18 y 75 años calificaron con 8.3, en una escala de 0 a 10, su satisfacción con su vida. En 2019, el promedio fue de 8.4.
“En México y otros países de Latinoamérica, los altos índices de felicidad reportados se basan en las relaciones aprecio-afectivas orientadas a la comunicación y la solidaridad, y no tanto en las acciones de gobierno y variables económicas”, explicó el investigador René Millán Valenzuela, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.
Este estado de bienestar depende más de las relaciones que se tenga con familiares y amigos que de la acción del gobierno, explicó a propósito del Día Internacional de la Felicidad, que se conmemora mañana 20 de marzo.
“La felicidad se entiende como un conjunto de estados de ánimo que pueden tener teóricamente periodos de tiempo más cortos y más emocionales. En tanto, la satisfacción de vida se considera como un plano que incorpora algunos elementos más reflexivos, valora más ciertas variables y puede tener periodos de tiempo con mayor estabilidad”, explicó el académico.
Se piensa que las variables de tipo emocional o subjetivo son secundarias, con respecto a las estructurales, como el ingreso y empleo pero en realidad ambas son determinantes para la felicidad y bienestar de las personas.
Cuando el Inegi les preguntó qué tanto se identificaban con la frase Soy una persona afortunada, en una escala del 0 al 10, contestaron con 9.1 puntos; en el rubro Estados anímicos positivos, una de las calificaciones más altas fue buen humor con 8; mientras que en Satisfacción con aspectos específicos, las relaciones personales alcanzaron 8.8 puntos.
René Millán, reconocido y apoyado con el Happiness & Well-Being Grant Awards Announced para realizar un proyecto sobre las causas que explican el bienestar subjetivo en América Latina, resaltó que en sociedades desarrolladas se ha corroborado que los satisfactores económicos y estructurales, incluida la salud, no interfieren en que la satisfacción de vida sea alta.
“Se supone que una sociedad debe generar ciudadanos que además de estar satisfechos económicamente, también lo estén emocional y existencialmente”, subrayó.