Temascaltepec, Méx.-
Desde hace 20 años, Martín Hernández descubrió por accidente una cueva debajo de su casa, en el poblado El Varal, municipio de Temascaltepec, y a partir de entonces busca convertirlo en un atractivo turístico que conectará con una pirámide artificial y una cascada natural, decorado con pinturas rupestres, además de utensilios de caza.
El lugar se localiza en el kilómetro 22.5 de la carretera a Sultepec, que es la zona sur del Estado de México, ahí está el pequeño pueblo donde extrañamente se formó una especie de caverna que este señor amplió y decoró con un símil de pinturas rupestres, así como utensilios antiguos que simulan la época de las cavernas —entre otras etapas de la humanidad—, “lo que queremos es que se vea como lo dice la historia, la forma en que vivían antes de Cristo”, dice.
Martín es el propietario de este predio en el que halló por casualidad, debajo de su vivienda, la formación rocosa de tepetate, lo que la convierte en una construcción sumamente segura, dice, y de ahí le surgió la idea de hacerla un atractivo para su localidad, el único lugar donde se podría pasar el día dentro de una cueva. Aunque desde hace un par de años está abierta al público de forma gratuita, pretende terminar la construcción del nuevo atractivo turístico en cinco años para poder comenzar a cobrar.
El diseño y las pinturas no tienen una secuencia cronológica de los cambios en la humanidad, sino busca ser llamativo, pues el propietario no tiene una asesoría académica sobre las etapas de la historia.
“Fue un accidente como la encontramos, incluso una vez pasó un ingeniero y pensó que por un temblor se había caído una parte de la tierra, pero no fue así, con palas, picos y herramienta lo hemos ido ampliando, afinando hasta que quede como una verdadera cueva que conecte con varios puntos”, platicó.
Martín tiene aproximadamente 20 años dándole forma al lugar, pues lo que encontró inicialmente era un boquete pequeño en la tierra, al menos de la mitad del tamaño que tiene ahora, pero gracias al trabajo de este hombre fue ampliándose hasta convertirse en una especie de laberinto subterráneo por donde los visitantes podrán entretenerse por varias horas.
En principio se trataba de una formación que parecía haber servido para la habitación de un par de personas hace miles de años, sólo que con la ampliación ya cabe una persona de hasta 1.70 metros de altura, aunado a la decoración de grabados rupestres que la hacen todavía más llamativa.
“Lo que estamos buscando es lograr que se convierta en una atracción porque se podrá conectar con otros caminos, donde habrá también formaciones parecidas a las cuevas y que da con una cascada, donde nace el agua arriba, en la superficie, además de haber una pirámide, todo eso en plena carretera hacia Temascaltepec”, reveló.
En las inmediaciones de este lugar hay bosque, no más; en el entorno es casi imposible encontrar viviendas o construcciones, están sólo la cueva y la casa en la parte superior. Esto permite que incluso los curiosos acudan con casas de campaña, se alimenten en el pequeño restaurante que forma parte del proyecto y luego acampen en las inmediaciones, entre los árboles y el aire fresco.
A este lugar, la familia Hernández llegó para vivir de forma permanente hace apenas cinco años, porque el papá de Martín quedó viudo y está solo, de modo que decidió mudarse junto con su esposa y retomar la vida que tuvo en ese poblado, pero con una nueva meta: crear su propio espacio turístico.
Día y noche, con pala y pico, este hombre va dando forma a las cavernas, construye al mismo tiempo una pirámide del otro lado, por donde estará la salida de cada cueva, además de proyectar un pequeño restaurante familiar en la parte exterior.
La combinación de las pinturas es una mezcolanza entre épocas y culturas, porque aparte de lo rupestre, hay jeroglíficos, que son las figuras que se alcanzan a observar de primera instancia, pues están en la fachada.
Una caverna iluminada, con lo necesario para respirar aire puro y también vivir una aventura que pocos pensaron porque las cuevas no son comunes en esta región, mucho menos en el Valle de Toluca.
“Sí hay poca gente alrededor, pero quienes pasan porque van hacia algún lado de la zona al sur, esos sí se detienen y pasan a ver el atractivo, entrar, se mojan con el agua y siguen su camino”, refirió.
El trabajo diario y la constancia son dos características que destacan en Martín, lo que le permitió un avance significativo en poco tiempo en su proyecto, pero a este trabajo le hace falta un impulso económico que les permita la renta de maquinaria con la finalidad de dar el adecuado tratamiento al tepetate y la formación rocosa sea atractiva al público.
Sin embargo, hasta el momento este señor no ha tenido acercamiento con ningún orden gubernamental para recibir apoyos financieros, pues desconoce con quién debería acudir para ello, pero no echa en saco roto que su lugar se convierta en un punto de atención que atraiga las miradas incluso, del ayuntamiento.
“Puede ser una forma de distraer a los niños de esta zona porque no hay muchos atractivos turísticos, si bien cada localidad tiene un centro, una plaza pública comunitaria, no siempre hay atracciones dónde pasar un día”, finalizó.