Villahermosa, Tab. / Agosto 16.-
Sus facciones y tamaño imponen a cualquiera que lo observe, aunque eso sea desde varios metros de distancia. El cocodrilo considerado el más grande del país destaca por su longevidad, aunque ésta desapercibida para la gente que simplemente le teme con solo verle.
No existe certeza en su fecha de nacimiento, pues se carece de registro, pero se estima ronde por los 76 años, de los cuales 40 de ellos ha vivido privado de su libertad.
Fue bautizado con nombre de varón, en realidad es hembra y todos creen que es un macho, aunque de todas maneras infundiría el mismo pavor al verlo.
Y no es para menos, pues a Papillón, cocodrilo de 4.20 metros de largo y 400 kilos de peso, aproximadamente, se le tiene miedo y veneración a la vez. Este espécimen se le considera el mayor tamaño que existe en el país.
Papillón es un ejemplar de la especie de Cocodrilo de Pantano o Crocodylus Acutus, en peligro de extinción, vive en cautiverio desde 1970, en un estanque de unos 20 metros cuadrados en el Parque Museo La Venta, donde sólo compite en atractivo del lugar, con la colosal cabeza olmeca.
Paradójicamente, este ejemplar de la especie Acutus, reina en una tierra donde la población de cocodrilos es de la especie del lagarto de pantano, o cocodrilo Moreletti, cuya piel es la más cotizada.
Las poblaciones de Acutus se encuentran sobre todo en las entidades del Pacífico mexicano.
Quien fuera durante muchos años su médico de cabecera y hace 34 años le salvara la vida a Papillón, el veterinario Juan José Saiz Zarza, recuerda la odisea de este saurio que se escapó en tres ocasiones de su estanque en el Museo La Venta.
“Por las fugas que realizó el reptil —recuerda—, el pueblo lo bautizó con el apodo del célebre reo francés Henry Chaviere, alias Papillón, que se hizo famoso en la película dirigida por Franklin K y Schaffy en 1973, interpretada por Steve Mqueen y Dustin Hoffman”.
El agua de la pileta donde vive el impresionante lagarto está conectada con la Laguna de las Ilusiones de manera subterránea, y el saurio escarbó, salió hacia ese cuerpo de agua y se liberó de su cautiverio. Nadie lo había notado, pues estos animales permanecen mucho tiempo bajo el agua encuevados.
Estuvo perdido hasta que unos policías lo avistaron en un extremo lejano de la laguna, atrapado en una red para pescar y herido con unos balazos en la zona del cuello. Y lo regresaron al Museo La Venta, relata Saiz Zarza, quien fue de los tres primeros veterinarios especializados Tabasco.
“El entonces gobernador Mario Trujillo me llamó para curar al lagarto. Estaba en un estado lastimoso y casi no se movía por el esfuerzo que había hecho para librarse en la red en el que se enredó”.
Singular ejemplar
El también catedrático desde hace 48 años en la Escuela de Veterinaria de la UJAT recuerda que cuando le tocó atender a ese singular paciente su experiencia en esos reptiles “era casi nula”, pues los únicos lagartos que había atendido eran los del desaparecido doctor José Manuel Mayans Victoria, propietario del Sanatorio Juchimán, pero eran de la especie Moreletti.
“Eran unos lagartos bravísimos debido al maltrato que le daban los cuidadores. Veía yo la fuerza que tienen con la cola y las tarascadas que tiran”.
Tras comentar que siempre ha dicho que la medicina es lógica, relata que hace 34 años para curar a Papillón de las heridas de balas lo inmovilizaron amarrándole la boca con una venda, luego le sujetaron un largo palo a lo largo del dorso, desde la boca hasta la cola, para inmovilizarlo del cuerpo y las patas.
“Lo movíamos entre seis personas cargado. Y así se le curaba sin ningún peligro para nadie. Le sacamos dos balas que estaban alojadas subcutáneamente en la zona del cuello”.
Dañado por el hombre
El lagarto cuando se asolea, al secarse toman un color gris mate y se quedan tan inmóviles que la gente cree que es una figura de cemento y le avientan piedras para espantarlo.
Es por eso que unos albañiles que realizaban la remodelación del Parque Museo le aventaban varillas para ver si se movía el saurio y así fue como le sacaron un ojo y quedó tuerto para siempre. Después de ese percance, se instaló vigilancia continua para Papillón durante las horas de visita.
“Lo bueno de esto—dice quien fuera veterinario del reptil— que el cocodrilo es un animal fuerte y posee resistencia a las infecciones”.
Este ejemplar de acutus estuvo tres meses sin probar alimento, pero al quitarle las ramas que le daban sombra a su estanque para le diera el sol, empezó de nuevo a comer. “Cuando comió lo vimos contento”, recuerda.
Se han reportado casos de cocodrilos que pueden dejar de comer hasta dos años y medio, viviendo de sus reservas que guardan en la grasa de la cola.
Este cocodrilo, fue capturado por el señor Otto Wolter cuando ya estaba bastante en el punto conocido como Tembladeras de Rendón, cerca de la Barra de Tupilco, Paraíso, y se lo donó al Parque Museo en 1970, 12 años después de inaugurado La Venta.
Hasta hace 30 años Papillón era alimentado con tortugas que le compraban en el mercado público, pero actualmente come los jueves de cada semana de 8-10 kilos de pollo, su comida favorita.
Nostálgico, quien fuera su antiguo médico y salvador, reflexiona que gracias a Papillón “yo aprendí todo lo que se necesita para conocer a estos maravillosos animales que son parte de la naturaleza al igual que nosotros. Ellos llegaron primero y tienen todo el derecho a permanecer aquí en este mundo”.
El gigantesco reptil solitario, pues no tiene a un compañero de su especie que esté con él ante la dificultad de que permita la invasión de su territorio, vivirá acompañado de cientos de quelonios y peces, pero ya no podrá escaparse, pues la conexión con la laguna se reforzó para que ya no se pudiera fugar.
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