México, D.F. / Agosto 23.-
En julio de 1968 el coreógrafo y bailarín norteamericano, Merce Cunningham visitó México por primera vez y entonces se presentó en el Palacio de Bellas Artes.
El repertorio incluyó algunas de sus obras de reciente creación, así como de los años 50. Su propuesta escénica causó amor y desprecio al mismo tiempo. Mientras algunas personas se deshicieron en ovaciones, hubo otras que abandonaron la sala del Palacio porque no pudieron soportar el arte de uno de los más grandes exponentes y radicales de la experimentación.
Después de 40 años, la compañía de quien ha sido considerado uno de los más grandes creadores del siglo XX, regresa al país como parte de la gira del adiós, que la agrupación emprendió el año pasado, a cinco meses del fallecimiento de su fundador, director y coreógrafo.
Las crónicas de la época sobre esa primera presentación en Bellas Artes narran cómo cuando los bailarines, con Cunningham incluido, se movían con “expresiones de dolor y música electrónica”, gran parte del público salió “horrorizada”. Mientras que otros espectadores dijeron que su “estilo” rayaba en lo “desconcertante”.
El trabajo de un revolucionario
Y es que Cunningham fue un revolucionario, cuyo trabajo era difícil de digerir para el público, no sólo mexicano, sino también de gran parte de los escenarios en donde se presentaba.
“Los brincos rígidos, contorsiones y agitación de manos y cabeza, movimientos naturales y antinaturales al caminar, la acción libre y vigorosa de todo el cuerpo, vaivenes y un sinfín de ademanes dejan al público perplejo, después de mantener una atención casi angustiada en espera de encontrar algo que entienda y que toque su sensibilidad”, se escribió en un diario.
La distancia en el tiempo se ha encargado de dejar en claro que Cunningham fue un artista que supo potenciar su universo creativo, un creador que alzó la voz para dialogar con la sociedad de su tiempo, que primero la provocó incitándola a ampliar sus perspectivas. Parte de su legado podrá ser apreciado el 25, 26 y 27 de agosto.
Sobre la esencia del trabajo de Merce Cunningham, Richard Stvenson, encargado de montar las coreografías, explicó en conferencia de prensa. “Curiosidad y experimentación es lo que ha definido su obra. Él siempre fue bailarín y fue un revolucionario. Por ejemplo, junto con el compositor John Cage, logró separar la música y la danza, el movimiento era el mensaje sin necesidad de narrativa, esto sigue siendo radical porque pocos han seguido su tendencia. También fue un innovador en la creación azarosa de movimientos. La genialidad de Merce radicó en su comprensión de la danza y en su manera de tomar las decisiones, que al día de hoy siguen siendo un misterio”.
Cunningham planeó un proyecto que le diera continuidad a su obra y decidió que, después de su muerte, se realizara una gira de despedida; después, las obras se trasladarían a un fideicomiso, creado por él mismo, con el fin de otorgar las licencias de las coreografías a otras compañías.
El repertorio para esta gira de despedida es de alrededor de 200 obras, 18 de ellas se presentarán por 50 ciudades de todo el mundo, el 31 de diciembre de este año, la compañía bajará definitivamente del escenario.
Stvenson explicó que en México ofrecerán las obras: “Pound way”, “RainForest” y “Min event”, ésta será interpretada por última vez por la compañía creada en 1953, que combina varios de los “eventos” creados alrededor de los años 60, que conforman un collage.
El encargado de montar las coreografías también comentó que “RainForest” fue montada en 1968 con una serie de almohadas de plata flotantes, diseñadas por Andy Warhol, con música de David Tudor, pianista y compositor norteamericano de música experimental, con quien el artista trabajó en numerosas ocasiones.
Cuando se habla de danza se suele destacar el trabajo de los coreógrafos como una figura casi omnipresente; en cambio, para Cunningham, el bailarín era el eje del arte.
Al respecto, John Michel Hinrichs, uno de los 14 bailarines que integran la compañía, explicó: “Merce decía que la danza es como estar caminando sobre la cuerda floja, de un lado está quien eres tú mismo y del otro lado está el paso que estás tratando de aprender. Es difícil mantener el balance entre tu ser y la obra, es una gran responsabilidad encontrar la voz como artista y al mismo tiempo saber que eres la pintura de la pintura que Merce creó”.
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