Siria.-
Los ataques con armas químicas en conflictos armados tienen una historia de más de 2 mil 200 años, y fue precisamente en el territorio de lo que hoy conocemos como Siria donde se documentó el primero de ellos.
Fue en el año 256 antes de nuestra era, cuanto se utilizó alquitrán y azufre durante el asedio para tomar el control de la ciudad de Dura Europos, según cita la investigación “Ciento un años después de un hito: las armas químicas y la Primera Guerra Mundial”, de los chilenos Diego Vilches, Germán Albuquerque y Rodrigo Ramírez.
Hasta el siglo XVI se desarrollaron y utilizaron bombas que contenían alcaloides de belladona, que paralizan los músculos y aumentan la frecuencia cardiaca. Estos ataques propiciaron que en 1675 se firmara el primer acuerdo que prohibía el uso de elementos tóxicos. En la Convención de Bruselas de 1874 se realizó un pacto por la prohibición de venenos que causaran “sufrimiento innecesario”.
En 1899 y en 1907, la Haya firmó convenios en los que se vetaban los gases asfixiantes. Estos tratados fueron tomados como recomendaciones para las naciones que pudieran estar en guerra, de acuerdo con la Enciclopedia Británica.
Sin embargo, durante la Primera Guerra Mundial (1914) se incrementó su uso, lo que orilló a las tropas y a la población civil a utilizar máscaras anti gas que protegían de los efectos de los ataques con gas cloro. A finales de 1915 las tropas alemanas utilizaron fosgeno, seis veces más fuerte que el gas cloro, que al ser inhalado provoca la muerte.
En el periodo entre guerras hubo más intentos de legislaciones internacionales contra el uso de las armas químicas pero no lograron su objetivo; un ejemplo fue la Convención de Ginebra, que en 1933 prohibió su uso, manufactura y desarrollo, pero al iniciar la Segunda Guerra Mundial (1939) fue totalmente ignorada.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la Alemania Nazi utilizó el gas Zycklon B en los campos de concentración para llevar a cabo matanzas masivas. En el campo de batalla, el uso de gases fue reducido aunque se llevaron a cabo
experimentos con gases como el Sarín y el Tabun, que son letales.
Al finalizar la guerra, las investigaciones alemanas fueron retomadas por científicos estadounidenses. En la guerra de Vietnam (1955-1975) el ejército de EU utilizó varios de ellos. Uno de los químicos más relevantes fue el agente naranja que arrasa con los plantíos; según las fuerzas estadounidenses, su uso era justificado porque los pobladores escondían sus armas bajo los árboles.
Después, utilizaron gases que afectaron a los habitantes, las evidencias de las lesiones y bajas que provocaron en los vietnamitas demostraron que emplearon Napalm y Fósforo blanco, que causan quemaduras en las víctimas, como reportó el diario New York Times en su cobertura de la guerra.
En 1997, la Convención Internacional de Armas Químicas prohibió el uso de estos gases y surgió la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), que se mantiene atenta ante su utilización.
Sin embargo, su uso más reciente ha sido en la guerra civil en Siria, que inició en 2011, donde se tiene documentado el uso de gas cloro y sarín contra la población civil, en al menos cinco ocasiones.