México, D.F. / Ene. 11
Apresurado, ahogado en la bola de abucheos que se desata tan pronto cruza la puerta automática del aeropuerto, Ramón Díaz está a punto de llegar a la camioneta que lo conducirá a su domicilio, cuando un aficionado lo intercepta y lo toma del brazo derecho.
“Por dignidad, renuncia. El América es un equipo muy grande y a ti, te queda así, grande. Mejor regrésate a tu país”, le dice Andrés Merlo al Pelado, quien apenas voltea a verlo.
Merlo es uno de varias decenas de aficionados azulcremas que asisten a la llegada de las Águilas, tras su fracaso en la Interliga, con la playera puesta, con la frustración reflejada en el rostro y con la boca como única arma para responder a un equipo que se ha acostumbrado a sólo ofrecerles penas.
Eso explica que ni siquiera Guillermo Ochoa se haya salvado del repudio general. El capitán americanista ahora no gozó de las jovencitas queriéndose tomar fotografías con él y de las felicitaciones. Fue abucheado, cuestionado y criticado como todos.
“Estamos tristes porque no conseguimos el objetivo, pero debemos levantar la cara y seguir adelante”, aconseja el guardameta, mientras que para Díaz la desaprobación es natural: “El América es un equipo grande…”.
Aunque eso le cueste recibir más críticas conforme se acerca a esa camioneta que adquiere tintes de salvación.
“Renuncia Pelado, vete y deja de fastidiarnos más”, le recrimina otro aficionado, mientras que uno más ya lo espera para leerle una cartilla bastante similar.
“Me parece que el equipo jugó muy bien en los dos primeros partidos”, valora Díaz. “Los cambios, por ahí no resultaron, pero bueno, hay que seguir trabajando para lo que viene”.
—¿Fue un error haber colocado a algunos suplentes vs. el Atlas?
—Bueno, si lo dices hoy … Pienso que cambiamos porque algunos jugadores estaban ya fatigados. Esto es parte del juego, nosotros no lo queríamos.
Ni tampoco una abrupta salida del club, pero el fracaso en el selectivo rumbo a la Copa Libertadores provoca que se comiencen a manejar alternativas para sustituirlo. Por lo pronto, la primera sólida es la del alemán Bernd Schuster, ex entrenador del Real Madrid.
Y Ramón por fin llega a la camioneta, atropellado, con la mirada absorta y aún escuchando reclamos por parte de su dolida afición.
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