Tijuana, BC.-
Los fieles a los Xoloitzcuintles perdonaron que Miguel Herrera se haya ido al América. No hubo muestras de despecho, rencor o celos por la huida del estratega.
En el regreso del “Piojo” a la frontera, recibió más aplausos que reproches. Su estampa, que jamás pasa inadvertida, pudo saludar a la grada local con orgullo y sin temor a los silbidos de desprecio comunes hacia los visitantes en cualquier estadio del futbol mexicano.
Salió del túnel con tranquilidad. Tenía la conciencia en paz, pues en el fondo sabe que hizo una buena labor cuando defendió al cuadro canino. Se agachó, tocó el césped artificial y se persignó. Ritual hecho en calma, mientras el plantel norteño y el americanista salían al terreno de juego para realizar el protocolo de la Liga MX.
Luego, el “Piojo” pasó a la banca tijuanense a saludar a cada uno de sus integrantes. Se abrazó con los que tuvo mayor identificación y, en cuanto comenzaron las acciones, se olvidó de cualquier amistad. Manoteó y gritó para buscar que su equipo hiriera a los Xolos.
Hasta se dio el lujo de bajar el balón con poca elegancia en su zona técnica y despertar las risas de los presentes.
Pero este viernes por la noche se demostró que hay aficionados con memoria. Virtud suficiente para no dejarse llevar por los impulsos del fanatismo. Recordaron a Herrera como alguien que puso su labor al servicio del mantenimiento del futbol de Primera División en la zona.
Cuando Miguel firmó por los Xoloitzcuintles, el club vivía uno de sus peores momentos desde que ascendió.
Un proyecto encaminado al Ascenso fue el problema que el hoy entrenador americanista solventó con buenos números.
“Nos dio la salvación, aparte dos lideratos. Hay que aplaudirle”, manifestó previo al encuentro Eduardo Mosqueda, seguidor de La Jauría.
La resignación por dejar a los “perros” también existió entre la fanaticada local, pues considera que el corazón de Herrera tiene tintes amarillos y azules.
“Sabemos que es americanista y se iba a regresar. ¿Qué le vamos a hacer?”, aceptó el fan.
Y sí, cuando el llamado del América llegó, “el Piojo” nunca dudó en regresar.