México, D.F. / Marzo 1.-
Ha sido la peor media hora de Jesús Ramírez en el banquillo del América. Intenso, apresurado, con muchas dudas y pocas certezas, el entrenador de las Águilas no paró de moverse en el área técnica luego de que Tressor Moreno convirtió el penalti (63’) que abrió las puertas de la victoria (2-0) para el San Luis.
Chucho ya conoce la derrota en Primera División. Quizá fue en el partido más inesperado, frente al “hermano menor” que más se ha rebelado en los últimos años.
Pero lo difícil para el hombre del traje gris es que ya experimentó que la tribuna americanista no perdona, por más que parezca acostumbrada a caer en el Estadio Azteca.
A paso lento, Ramírez se fue al vestuario. Sus pupilos abandonaron rápido el césped, aunque no tanto como los casi 30 mil aficionados que acudieron al inmueble. Ya no se escucharon abucheos. La indiferencia es la nueva manifestación de un pueblo que apenas ha visto ganar a su equipo en cinco de las más recientes 22 ocasiones en el “Coloso de Santa Úrsula”.
Este domingo, los Gladiadores sólo necesitaron animarse a romper el letargo para horadar la portería custodiada por Guillermo Ochoa.
Ismael Rodríguez sabía que no llegaría a aquel balón servido hacia Braulio Luna. El central decidió arriesgarse, pero Paul Delgadillo observó perfecto la infracción. La expulsión al defensa y la anotación de Moreno sólo fueron el inicio del calvario para Chucho.
Menos de 10 minutos después, Víctor Lojero marcó el tanto que consolidó el triunfo visitante.
Ángel Reyna perdió la guerra sicológica que sostuvo con Israel Martínez desde el silbatazo inicial. Ambos comenzaron sus carreras en las fuerzas básicas azulcremas, forjaron una amistad en el San Luis, pero al Jagger no le agradaron los desplantes del volante amarillo hacia su ex equipo en cuanto regresó al “Nido”.
Ángel conoció la suela de los zapatos de Martínez. Cada que el destino los puso frente a frente, ambos se olvidaron del balón. El desencuentro terminó con la absurda tarjeta roja recibida por Reyna (75’).
Y ahí, a un costado de la cancha, el novato estratega americanista contempló el derrumbe de un equipo que en el Azteca no es irregular. Nunca gana.
Los Gladiadores se tardaron una hora en animarse, pero Chucho ahora sabe que la labor que le fue encargada es titánica, que no bastan tres cotejos sin perder.
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