Es el primer viernes de octubre, el mes de las lunas anaranjadas, en el que por la tarde-noche el clima es refrescante y con un medio ambiente así, el estado de ánimo se suaviza y se predispone para disfrutar la vida, ya bien con una taza de café o con unos buenos tragos de tequila, aunque ahora me dicen que en las barras de la CDMX el mezcal lo está rebasando en las preferencias.
Y por concomitancia me viene a la mente el agave de San Carlos, de donde extraen las piñas que suben al municipio serrano de San Nicolás, en donde no fabrican, más bien gestan, un mezcal que el primer trago te deja un sabor a lechuga, pero al segundo dices “Dios existe”, porque tu aparato digestivo comienza a funcionar de maravilla.
Conozco viejones muy estimables que recomiendan con mucha fe un San Carlos diario y en ayunas para traer trabajando el corazón y otras partes del cuerpo sincronizadamente, y ha de ser, por algo Erasmo de Rotterdam explicó que el cuerpo está a merced de un tirano muy violento que es la ira, sale de las entrañas para arrugar el corazón y el cerebro por estar tan distante, no ocurre al auxilio.
Pero disquisiciones aparte, a disfrutar el inicio del fin de semana aunque con cautela, el monto de las multas por infracciones al reglamento de tránsito están escalofriantes y los operativos ya regresaron como medida de prevencion pero también, hay que decirlo, de extorsión.
Ya vendrán las elecciones y ahi se ajustan cuentas, pero entretanto, cuidado.
Que la pasen bien todos.