Anoche estaba en mi casa en la little night bien a gusto, viendo una película de Tom Cruise y Jamie Foxx llamada “Daños Colaterales” (Collateral), que se las recomiendo harto y no tanto por los incidentes recientes que han ocurrido en esta border.
Tú sabes brody, eso de que vayas rumbo a comprar chorizo Don Manuel y tortillas de harina de las Alicias, cuando de repente de la nada te sale un plomazo cerca de la nuca, pos como que eso te destantea.
Viene al caso cuando la Rosa María estaba cenando una Whataburger con sus respectivos onion rings, que nos trajo su chilpayate, que por cierto era una doble con tocino, cuando de repente de la nada se escucha el ruidazo de una chicharra.
– Es la película-, me dice mi vieja.
– No, eso es ajueras en la calle.
Todavía la muy ingrata le baja el volumen a la tele, y se da cuenta que el sonido estruendoso no nos deja platicar y escuchar nada la película del guatoso Netflix.
En este momento de la pandemia del Covid-19 que ya sabemos entró a una tercera ola, tenemos razones suficientes para volver a estar enclaustrados, ante el pavor de ser contagiados por el SARS-CoV-2 y estirar la pata.
Pero los daños colaterales no son sólo cuando vuelves a retomar las fiestas de los amigos, que por cierto los jóvenes y niños son ahora quienes se están saliendo positivos al bicho ese. Mucho cuidado por favor, ya saben: cubrebocas y sana distancia.
El miedo es que ahora son las nuevas variantes, sobre todo la Delta que viene de la India, que llegaron más agresivas y mortales que la original.
Los daños colaterales vuelven como las chicharras o cigarras, después de un periodo largo de incubación de años, cuando la ciudad estaba muy tranquila.
Porque es como la ruleta rusa, te puede pasar en cualquier momento, pero también ocurre, tal vez con menos frecuencia, dicen, en la Macroplaza degustando un elote del que no pica, en la llamada “Sultana del Norte” o haciendo fila con cubrebocas cuando vas por los chicharrones calientitos deliciosos de la Ramos.
Acá en Reynosaville no es nada raro oír historias de terror alguien que le alcanzó un plomazo, en una perseguidera de varias camionetas negras, pero la verdad como que recientemente no había ocurrido, como dicen que pasó hace unos días en San Miguel de Allende o Celaya, Guanajuato.
La reciente masacre en Reynosa que dejó al menos 15 cristianos muertos, que sin deberla ni temerla, en Río Bravo fueron “seleccionados” al azar quesque pa’ calentar la plaza entre los grupos rivales. Que se maten entre ellos, no metan a la raza.
La mera verdad, eso nos sorprende porque habíamos vivido muchos años de tranquilidad, claro que de repente como en cualquier pueblo, ocurre un evento de quema llantas o de inseguridad.
Nos vuelven a poner como siempre en primera plana de los diarios importantes o al menos en noticieros afamados como “En Punto” de Denise Maerker o en “Hechos” de Javier Alatorre.
Si a eso agregas los 80 desaparecidos por la carretera a Nuevo Laredo, pos como que la cosa no nos pone muy bien que digamos al gobierno de Ta-ta-ta-maulipas, un meme que ya tenía mucho tiempo difundiéndose en las anteriores administraciones priistas, y ahora, qué decir de los panaderos que no pueden ni cantar como Tin Tan:
“Traigo bolillos, y teleras en sazón. También gendarmes, besos, conchas de a montón”.
Ni a quien irle. Urge que hagan algo en Tamaulipas.
Cómo estará la cosa que hasta mi amá, doña Esther, me llamó en estos días muy, pero muy angustiada:
– Oye Prieto, ten mucho cuidado de ir a Nuevo Laredo, están asaltando en las carreteras.
– Mamá, acá es Reynosa, queda muy lejos.
– Pero es Tamaulipas.
Esto les digo parece como el canto de las chicharras, que vuelve después de años que estaba muy tranquilo por acá, es como si la inseguridad fuera de todos los días:
Tan mal nos va, que ninguno de mis amigos regios de la primaria Simón de la Garza Melo quiere visitar a Reynosa.
Es un ansia, es un ansia por ir a McAllen, pero no creo que abran pronto la frontera. No al menos para la raza conocida como los “ciudadanos de segunda” de la visa turista. No los vayamos a contagiar del Covid.
-¿Ya abrieron los puentes internacionales?
– No.
– Entonces, ¿para qué voy?