Se supone que cuando llegas a cierta edad lo haces con mucho aprendizaje y no me refiero a ser un erudito ni nada de eso, sino que la vida se ha encargado de enseñarte muchas cosas y si no ha lo has captado, tu recorrido ha sido en vano.
Ahora sé que no hay que dejarse llevar por lo que dice la gente, hay que formarse una opinión propia en base a experiencias, a vivencias.
Debes juzgar a las personas por cómo son contigo, es cierto que su trato hacía otros dice mucho, pero, no vivas vidas ajenas.
Cómo dicen los memes, un día fui delgada y no lo sabía, durante años desprecié a mi cuerpo, no me gustaban mis piernas, mis pechos, mi cabello, mi tono de piel, mi abdomen, ni mi estatura; hoy me acepto como soy, pero en las fotografías pasadas me he encontrado bella y hasta ahora lo veo.
Ahora que soy madre entiendo muchas cosas y me avergüenzo de otras, en cada berrinche de mis hijos me descubro haciéndole uno a mi mamá, y en cada regaño que les doy justifico los recibidos.
Valoro las levantadas temprano de mi padre para ir a laborar, pero más valoro aquellas jornadas de trabajo nocturno en las que, mientras todos dormían, el cumplía con su rol lejos de casa.
Y la más dura lección es entender que nada está escrito y que si no valoras la primera oportunidad que la vida te da, tal vez no haya otra, ni vida tampoco.
También aprendí a vivir sabiendo que faltó tiempo, que los años no fueron suficientes, y que ya no hay un mañana para arreglar nada.
Quiere hoy, ama hoy, dilo hoy, vive hoy, porque quizás no haya más.
Haz de cada uno de tus días un aprendizaje constante.