Por lo que expresaron ayer en el programa televisivo de Carlos Loret de Mola, Ricardo Anaya y Alejandra Barrales ya cruzaron su respectivo rubicón y enfilan hacia una guerra interna dentro del PAN y del PRD, que si bien sus militantes conspicuos no se oponen a la coalición, sí exigen que la elección del candidato presidencial sea abierta, algo a lo que Anaya y Barrales tienen sus reticencias porque, según ellos, el PRI metería las manos y podrían terminar con un candidato a modo de Enrique Peña Nieto.
En síntesis: Alea Jacta Est, Anaya y Barrales juegan todo a un naipe. Él, la candidatura presidencial; ella, la candidatura del gobierno de la CDMX, pero percibo que terminarán conformándose con candidaturas al senado.
Hay intereses superiores a ellos dentro del PAN y del PRD que todavía juegan bajo las reglas del sistema político mexicano y, si bien ambos dicen querer cambiarlas, para ello se requiere de una idelogía y un vigor político que evidentemente no tienen.
Y hoy, AMLO realiza una gira por los municipios ribereños. Hay mucha animación porque el MORENA se está convirtiendo en una alternativa electoral por aquellos rumbos, al igual que por Reynosa, Río Bravo y Matamoros, el grito de: “¡Vámonos con la bola!” va in crescendo y venturosamente dentro de los cauces de la civilidad.
Incluso la revista Forbes en un reportaje advierte que si ganara López Obrador los mercados abrirán con normalidad, y hasta descarta un viraje hacia un socialismo totalitario, pues para ello se requeriría contar con el concurso del PRI y el PAN algo que, usted como yo bien sabemos, nunca sucederá, así que el argumento de que el líder del MORENA es un peligro para México ya es un cartucho quemado, aunque habrá quiénes estimen que sigue siendo un peligro latente. No todos pensamos igual.
Que tengan un buen día.