Todo indica que la sociedad mexicana ha caído en un esquema de tribalismo; es decir, una vida social en la que predomina el enfrentamiento de grupos. Hasta ahora y afortunadamente, el enfrentamiento es ideológico y básicamente verbal (por lo pronto). Ahí están los Fifis y están los Chairos, también conocidos como Amlofóbicos y Amlovers respectivamente. Esas son dos tribus urbanas y sociopolíticas bien definidas actualmente.
Cabe decir que, el presidente no fue quién creo esas tribus que han existido desde tiempos inmemoriales, solo les puso nombre y se convirtió en la causa de la discordia. Pero, con darles nomenclatura los colocó en ruta de colisión.
Existe un tercer grupo formado por algunas personas más individualistas y por lo tanto, este otro grupo no constituye una tribu, porque no compromete su identidad, si es que tiene alguna ideología definida.
Para constituir una tribu, sus miembros deben estar inmersos en una práctica colectiva que conlleve un sentido de pertenencia: Su ideología no es un “yo pienso”, sino un “yo soy” y por ende es un asunto de identidad personal y social.
“A día de hoy, el término tribu es atribuido a aquellos grupos de personas que comparten una serie de intereses comunes, hábitos, prácticas, tradiciones o un origen étnico común. A lo largo del mundo, existe una cantidad infinita de estas agrupaciones, todas con rasgo y cualidades distintivas”(2019. Rovira,S).
Es por este motivo que podemos fácilmente distinguir rasgos, gustos, forma de vestir, costumbres, lenguajes, poses y otras características comunes entre los miembros de la tribu de los llamados Fifis, así como también vemos rasgos comunes entre la tribu de los llamados Chairos.
Claramente lo vimos el pasado domingo 1 de diciembre, en el marco del primer año de gobierno de López Obrador, observando las similitudes entre quienes participaban en las marchas de protesta en las calles y las similitudes entre quienes estaban en el mitin de apoyo en el Zócalo y sobretodo, las claras diferencias entre una tribu y la otra. Estas similitudes entre los miembros de cada tribu, es lo que les da la posibilidad de construir una identidad y desarrollar un sentimiento de pertenencia a un grupo afín y al mismo tiempo, diferenciarse notoriamente de “los otros”.
Esto explica por qué en ambas tribus, de Fifis y de Chairos, o de Amlofóbicos o Amlovers, hay personas con las que resulta imposible hablar o discutir cuando se tienen ideas distintas a las de ellos (esto es un rasgo que tienen en común: tan “fieras” los unos como los otros). Y es que cuando se les cuestiona, se critica, se disiente o se debate su ideología, ellos lo asumen como un ataque y una ofensa directa a su identidad, a su sentido de pertenencia y a los más profundos cimientos de su ser. Es por eso que invariablemente “contra-atacan” con singular y rabiosa ferocidad.
La investigadora social Guadalupe Nogués (2019), propone que para terminar con la incomunicación y la división que provoca el tribalismo, es necesario distinguir muy bien y separar lo que pensamos de lo que somos; permitir la comunicación y el flujo ideológico deslindándolo de nuestra identidad personal.