Top Gun, 1986
Definida por su director Tony Scott como una opera rock en el aire, Top Gun es una poderosa mezcla de acción con testosterona, entre chicos que se quieren demasiado.
El espectáculo visual es impresionante, con un preciso ballet de aviones de combate, conducidos por pilotos de elite, que compiten entre ellos para consolidarse como los mejores de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
Tom Cruise, siempre en el centro de la acción, luce en este clásico juvenil sobre el hombre joven, despreocupado, que debe enfrentar sus responsabilidades cuando la vida lo confronta con pérdidas personales y le confiere importantes misiones, como la de defender la patria, aún a costa de su propia vida.
Sin embargo, ninguna de las vertientes temáticas de la película es para ser tomada con solemnidad. El tono de la película es ligero, con el piloto Maverik, Tom Cruise que parrandea, mientras es el objeto del deseo de su atractiva profesora, que se lo quiere echar al plato.
El joven militar también tiene afinidad competitiva con sus compañeros, en particular con Iceman (Val Kilmer) su arrogante Némesis con quien lo une una extraña atracción, que parece que parece más física que de rivalidad.
El antagonista aquí es invisible. Hay algo de combate, con fuerzas extranjeras que amenazan la seguridad nacional, pero esa parte es un pasaje obligatorio, para dar sentido al drama. Lo mejor es ver a Cruise volando, enganchándose a la profesora y siendo el atractivo de algunos de sus compañeros.
Para este año está agendada una tardía secuela, protagonizada por el mismo supernova del cine.
Mención aparte merece la banda sonora, repleta de hits como Take my Breath Away, interpretada por Berlín y escrita por Giorgio Moroder, ganadora del Premio Oscar como Mejor Canción y la música original de Harold Faltermeyer, con su épico tema con guitarra eléctrica que acompaña las imágenes de los F-16 surcando el cielo.
(PG. Orientación de los padres)
Netflix
@LucianoCamposG