Mi querido primo Adrián falleció a los 51 de Covid, aquí en Reynosaville. Todavía hay raza que no cree nada nadita en esta enfermedad, quesque es un invento chino, que es falso que alguien probó un caldo de murciélago y de ahí se desperdigó por todo el mundo mundial.
Ya no sabemos si culpar a los reportes diarios con el doitor López-Gatell quien ya se escabulló, porque nunca le atinaron a los pronósticos de los contagios positivos y fallecidos, aunque recuerdo que nos advirtió dendenantes “esta pandemia será muy larga, prepárensen”.
Y mientras nos vendieron la idea de que había que poner un tapete sanitizante en la entrada de las casas y negocios, además de que el virus se pegaba como chicle en las superficies del piso, en las metálicas, en la madera y papel, sabemos que eso no está comproba’o, como también en la border naiden se atiene a barrer en las afueras de sus casas o recoger las heces de sus perrhijos en las banquetas.
Les digo porque yo todos los días hago mis exercises, pa’ que no se me entuman mis piernas cerca de una plaza, además de que nunca de las nuncas he visto limpia esta metrópoli.
Creo que a año y medio de la pandemia, deberíamos ser más cuidadosos con la higiene personal. Y no me digan que ya chole con eso: lavar las manos con abundante agua y jabón, deperdis con gel antibacterial, usar cubrebocas, hasta doble o triple, procurar la sana distancia y evitar los sitios concurridos. Lo que pasa es que la raza de gayola no se lava las manos y luego anda saludando a los demás y hasta besuquea a las señoras.
Hasta la Rosa María me baña con un spray sanitizador cuando llego a la casa, quesque vengo de la calle y les voy a pegar el bicho. Pero entiendan: el virus no está en el piso, sino en el aire, hay estudios que confirman que las gotículas o aerosoles permanecen en el aire por varias horas, sobre todo en espacios cerrados.
Recuerdo que el miércoles 19 de mayo cayó una tromba y la ciudad se sentía paralizada, por un aguacero loco que nos cayó y no podías moverte en taxis ni peseras, porque ya saben se siguen anegando los bulevares, osea llenando de charcos y haciendo imposible el traslado por estos lares.
A un amigo taxista que le llamé me dijo que no podía ir en ese momento y que no iba a conseguir alguna unidad, pero como estaba cerca de Plaza Real, me jui a Sanborns a pedir mis huevitos motuleños que tanto me gustan. Era el único cliente en la mañana, llegué como pollo remojado y ante la mirada de las meseras les dije “pos está lloviendo a cátaros afuera”.
Mi primo Adrián se mojó y remojó en una de las últimas trombas que llegaron aquí al pueblo, de esas que parece que se cae el cielo y nunca va a acabar de llover. Después lo llevaron de urgencia al hospital 270 del IMSS, de donde ya no se recuperó, hasta que avisaron de su fallecimiento el sábado 19 de junio a las 6:00 de la tarde. Mi sobrina me llamó para darme esa triste noticia, que nunca quieres oir.
Nos vimos en unas cuatro ocasiones, fuimos a cenar unas enchiladas, también en su casa prepararon un pollo rostizado, como la Rosa María que hizo una deliciosa cena mexicana. A mi primo le sobreviven su esposa Águeda, sus hijos Víctor Andrés, Joshua y la encantadora Gloria. Se le extrañará al primo como también lo hará su familia, Mario y Julio, sus hermanos.
Le diré que extraño mucho a mi primo, la última vez que lo ví creo que fue hace más de 2 años, entonces me dijo “hay que vernos, somos familia” y pos sí, pero nunca nos dimos tiempo, él con sus ocupaciones y yo con las mías.
Cuídensen por favor, esto del bicho está en una tercera oleada, o sea que no se ha acaba’o, si no hay reportes Covid no significa que ya podemos andar bien campantes por Plaza Periférico comiendo un elote con chile del que no pica.
Tomen esto con seriedad: al parecer que esto de los cubrebocas y las medidas de prevención seguirán un buen tiempo, para siempre.
Sean felices y disfruten este Día del Padre pa’ mis brodis y todos los de la border. Primo Adrián: este domingo tus hijos te festejarían con un rico pastel, para demostrarte que eres el mejor papá del mundo. Extrañaré tus abrazos de oso.