Como la canción de Moderatto, “ya se veía venir” que la famosa torre Bicentenario diera en la torre a los tiempos de trabajo de los empleados asignados a esa obra costosa, impráctica e ineficiente.
Debido a las fallas continuas en los elevadores los dos mil 500 trabajadores asignados a las oficinas que ahí operan, llegan tarde a su labores, lo que tiene un efecto negativo en el rendimiento de las secretarias, señala una nota del periódico Expreso.
Por lo visto el plan de horarios escalonados que evitaría las aglomeraciones no surtió efecto y claro, no da el resultado esperado simple y llanamente porque el equipo o no es el adecuado para soportar jornadas de trabajo de 13 o 14 horas diarias, con subidas y bajadas continuas, o que no se le da el mantenimiento necesario.
O simplemente, nos vieron la cara otra vez, no sólo con vender una idea de construir una torre para atiborrarla de empleados, que al final de cuentas pierden el tiempo esperando a que el elevador los lleve a su oficina.
Las declaraciones del secretario de Administración, Jorge Abrego Adame de que el equipo hace tres años era nuevo y que como se trata de elevadores electrónicos presentan fallas, resulta por demás obvia.
Entonces el funcionario estatal está abriendo la puerta a que se compren nuevos elevadores ¿y quién los pagará? Además, dónde está la garantía para ese equipo y para la obra en sí.
Tal vez resulta más barato demolerla, o bien ocupar sólo una parte de ella, o hacerla un monumento a la corrupción, porque entre el pago mensual de renta, además de servicios, pérdida de horas-hombre y reparaciones de los elevadores, si se hacen cuentas constataremos que es más atinado regresar al personal donde estaban laborando que seguir con esa farsa de gobierno moderno.
Lo que es necesario que Abrego Adame explique, que no lo hará, estoy segura, es a quién se le responsabilizará por esas fallas. Porque alguien tiene que asumir el costo de este despropósito que es la torre Bicentenario.
LA FRASE:
“Creemos que no solo en México sino en Centroamérica, en los últimos cinco o siete años, los asuntos domésticos de derechos humanos van en una dirección equivocada. Vemos graves retrocesos. Y hay tres asuntos en los que me quiero enfocar. El primero es el ataque a defensores y periodistas. La frecuencia con la que suceden, la gran cantidad y la brutalidad con la que se cometen son notables. El segundo punto son las desapariciones. Hay cifras oficiales de 26,000 desaparecidos, es un reporte del Gobierno. Es alucinante. El tercer asunto es la migración”, declaración del secretario general de Amnistía Internacional, (AI), Salil Shetty al anunciar que esta organización no gubernamental abrirá una oficina con 25 personas en México, para “vigilar de forma más cercana el compromiso que tiene el gobierno con los derechos humanos.
Durante la entrevista concedida al periódico español el País el representante de AI cuestiona que los mecanismos de protección a periodistas en México no funcionen y en cambio hay 30 millones de dólares que no se están destinando a este propósito.
También habló del trato que reciben los familiares de desaparecidos a quienes las autoridades tratan con muy poca dignidad, además de que siempre dan a entender que la víctima pudo haber estado involucrada en algún ilícito.
Y en el tema de migrantes, “es seguro decir que no existe una sola persona que cruce por México que no enfrente abusos. Y si eres mujer es casi un hecho que serás víctima de abuso sexual. Hablamos de miles de secuestros. () Para los migrantes la sección de cruzar México es la sección de la pesadilla. Esa es la parte que más les asusta, inclusive más que cruzar a Estados Unidos”, añade el funcionario.
Ese es el penoso y vergonzante retrato que hacen de México en el exterior y lo peor, es que no tenemos con qué argumentar lo contrario.
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