El anuncio de la posibilidad de hacer una rifa con boletos de la Lotería Nacional del lujoso avión que sirvió a Enrique Peña Nieto por parte de Andrés Manuel López Obrador confirma, aunque disguste, los dichos del payaso Brozo: las mañaneras es un show producido en vivo por la 4T.
Ya enfriado después de que casi me desmayo de la impresión con el anuncio de esta mañana de viernes en Palacio Nacional por parte del presidente, no tengo dudas de que tendremos con qué divertirnos lo que resta del sexenio sobre decisiones que, sin duda, tendrían el cobijo popular.
Cierto, la posible venta de la aeronave -¡que ni Obama tuvo!- y que fue un estandarte en la campaña de López Obrador en 2018, generó no solamente simpatías para el candidato de candidato de MORENA, sino que influyó en la mente de los electores que se avalanzaron a votar por él (me incluyo).
La hasta ahorita fracasada venta de avión confirmó que se trataba de un show con una muy buena producción. Basta recordar los enlaces en vivo cuando salió del hangar presidencial y despegó del aeropuerto “Benito Juárez” dos días después (3 de diciembre de 2018) de la toma de protesta del mandatario.
Me hizo recordar el primer viaje del Papa Juan Pablo II en 1979 cuando los católicos mexicanos salieron a las calles y despidieron al Pontífice con espejos que reflejaban su luz al contacto con los rayos del sol, y que Karol Wojtyla vería a bordo del avión que lo regresó a Roma, Italia.
Aquella sentimental despedida fue planeada por los productores de la empresa Televisa quienes, con amplia experiencia en hacer moquear al público con sus telenovelas, además de que la empresa del difunto Emilio Azcárraga Milmo tenía en exclusiva el viaje de Su Santidad.
Bueno, si hace décadas Lázaro Cárdenas del Río tuvo el apoyo de los mexicanos que ofrecieron sus vacas, chivos, gallinas y puercos para pagar la deuda petrolera y expropiar la industria, 78 años después cada cachito de la lotería tendría un costo de sólo 500 pesos.
Y el premio mayor sería un Boeing 787-7 Dreamline a la cochera sí… de su casa de Infonavit donde viven millones de familias que soñarían ganárselo. Todo con tal de apoyar al presidente. “¡El premio mayor, el premio mayor..!”
Hoy la producción del show cumplió su cometido: divirtió, generó polémica y se olvidó el Insabi.