Quiero admitir que fui el primer sorprendido por la quinta posición en que terminó Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” en la encuesta de nuestra empresa sobre los aspirantes presidenciales. Creí que podría estar en tercero, abajo de Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya, pero no casi en el sótano.
Definitivamente el “feeling” recabado en el trabajo de campo por Hora Cero Encuestas entre el 19 y 28 de diciembre pasado no fue el mismo a 2015, cuando el respaldo a favor del primer candidato independiente a la gubernatura fue contundente y ganó con la histórica cifra de 1 millón 20 mil votos.
Los neoloneses tienen memoria y están decepcionados porque fue muy alta la expectativa que generó Rodríguez Calderón una vez que pulverizó a sus adversarios. Pero una de sus banderas de campaña nunca ondeó: el de castigar a su antecesor Rodrigo Medina de la Cruz y a su papá por presunta corrupción.
Porque otros homólogos han cumplido con esa promesa, caso reciente el panista Javier Corral de Chihuahua que, si bien César Duarte sigue escondido en Texas y no hay para cuándo su extradición, metió tras la celdas a un pez gordo exsecretario adjunto del CEN del PRI, Alejandro Gutiérrez, cercanísimo a Manlio Fabio Beltrones.
Pero antes en Sonora el exgobernador Guillermo Padrés entró a la cárcel; en Quintana Roo Roberto Borges fue extraditado de Panamá; en Veracruz Javier Duarte fue exhibido repatriado y maniatado con esposas desde Guatemala; y de Tamaulipas Tomás Yarrington y Eugenio Hernández pasaron la Navidad en sus prisiones en Florencia, Italia, y Ciudad Victoria, respectivamente.
Y en Nuevo León no pasó nada en dos años con las promesas de “El Bronco” de hacer justicia por el supuesto saqueo cometido a las arcas públicas durante esa negra gestión que terminó por sepultar al PRI y a su candidata en 2015.
Del tercer lugar de José Antonio Meade era de esperarse, con la esperanza de los priistas que iniciada la campaña se destapara como corcho de sidra. Sin embargo el fantasma del tercer lugar de Roberto Madrazo en 2006 se pasea por la sede nacional de Insurgentes norte en la CDMX.
Cierto es que a menos de seis meses el escenario en Nuevo León podría cambiar… una vez que se desaten los perros. ¿O ya andan sueltos?