Estaba yo “descansando los ojos”, cabeceando pues, luego de la opípara comida que engullimos mamá y yo con la suntuaria arrogancia de opulentos pensionados, cuando inició el informe Covid estatal correspondiente a este jueves 17 de diciembre. He dicho en otras ocasiones que, salvo los datos duros que da el doctor De la O y que podrían resumirse en 5 minutos, lo demás me causa una mortal somnolencia. No hay que olvidar que se trata de una emisión pública por medios audiovisuales. La experiencia que el doctor tiene en la TV comercial fue eso: comercial. Esto no lo hace adecuado para mantener la atención ni despertar el interés durante mucho tiempo (a mí me lo duerme, el interés). El tono facultativo de su voz, monótono y neutro, funciona para tranquilizar a un paciente, pero en su informe oficial a mí me aproxima a las fronteras del coma. Claro que no es su culpa. Él es el Secretario de Salud, el rostro visible del Consejo integrado para enfrentar esta epidemia. Ni modo. Debe, y debemos apechugar.
Tal vez por eso el doctor Jorge Alcocer no es la cara visible del informe federal, sino el doctor López-Gatell, con mayor proyección mediática. El supersubsecretario logra mantener la atención, generar el interés y de pilón despertar pasiones, a favor y en contra. Y ni hablar de su habilidad retórica. Pero hay algo en lo que el doctor De la O podría imitar al doctor López: la injerencia en temas políticos. El doctor López-Gatell, como su homólogo estatal, es un firme defensor del superior jerárquico. El Subsecretario ha tenido que entrar en defensa del Presidente varias veces, pero normalmente presionado por la insidiosa y, admito, divertida insistencia de algunos medios. Así y todo, el eje del informe federal de Salud es, invariablemente, la epidemia y los datos duros. Las menciones del Presidente no saturan el discurso y cuando las hay suelen ser discretas, sin excesos adjetivos y con rigor protocolario. Esta autonomía es la que lo ha proyectado como posible candidato… Y no digo que deseo que lo sea, sino que dicen que podría serlo.
Por el contrario, en el informe de Salud estatal, el gobernador Rodríguez siempre está presente aun en ausencia. Es casi como la mamá de Manuel Acuña en el Nocturno a Rosario (“en medio de nosotros, mi madre como un dios”). Invariablemente, el doctor De la O ajusta su discurso para secundar acciones políticas del Gobernador, lo que no sólo mete ruido en el rollo mareador sobre la prevención, también en los datos duros. Yo, por ejemplo, sigo dudando que el descenso en los contagios corresponda a las rigurosas medidas tomadas por el estado. Limitar las pruebas disponibles basta para alterar el factor variable de los contagios. Ese espectro del Ejecutivo estatal merodeando en los informes Covid no sólo politiza el tema, además impide establecer un diálogo eficiente y confiable entre las autoridades de Salud y los interesados en la epidemia, es decir, todos nosotros.
Esta vez el doctor De la O habló de las protestas magisteriales. Fue un prólogo de lo que vendría después, en voz del propio Gobernador y con su propia addenda y corrigenda. El Doctor tiene todo el derecho, es más, tiene la obligación de tratar ese tema. Pero para De la O no debe ser un tema económico sino de Salud Pública. Es más, ni siquiera debió mencionar el pago de los aguinaldos. Debió, eso sí, exponer clara y CIENTÍFICAMENTE los riesgos que corren al manifestarse así y en los que ponen a los demás. Incluso pudo sugerirles medidas para, en caso de seguir con sus protestas, reducir el riesgo de contagios para ellos y para todos. Eso, creo yo, sería una actitud responsable y autónoma en una autoridad de Salud. Ahora que, como funcionario público de la administración estatal, si quiere ser responsable, debió acercarse al Gobernador para pedirle solucionar ese problema. Después de todo, el problema lo generó el estado al no pagar oportunamente un derecho laboral; los maestros no pueden solucionar eso. Y ningún burócrata estatal, ningún trabajador, debe renunciar ni definitiva ni temporalmente a un derecho laboral. Es ilegal y sentaría un mal precedente.
Para hacer el caldo más gordo, dicen, a mí no me crean, que detrás del movimiento magisterial está la mano larga, muy larga, de la “maestra” Elba Esther que asocian, irremediablemente, al partido Redes Sociales Progresistas, que dirige su yerno. No lo podría asegurar, pero a estas alturas los caciques de los partidos bailarían ante el Señor de Chalma con tal de infiltrarse en cualquier movimiento civil. Además, en estos tiempos, hasta la más discreta trompetilla social resonaría estruendosa en boca de los oportunistas electoreros. Quién sabe. Ya nos daremos cuenta si es verdad, aunque, como de costumbre, cuando ya sea demasiado tarde.
¡En fin! Confieso que no pude oír todo el informe Covid estatal. Caí en un coma norteño, mejor conocido como “siesta de perro”. Tuve pesadillas, aunque estas fueron sin funcionarios estatales, ni bloqueos, ni Covid; lo que demuestra que hasta las peores pesadillas son pura felicidad comparadas con lo que suele verse en la vigilia. De hecho, para mi próxima pesadilla ya me cité con Freddy Krueger para echarme unos tarros. Buena onda el bato, y no está tan quemado como muchos de nuestros precandidatos locales. ¡Salud!