Donald Trump, sin proponérselo pero al picarnos el orgullo como constantemente lo hace, puede ayudar a los mexicanos para desarrollarnos muchísimo y abrirnos una oportunidad importantísima.
Oportunidad única al movernos de esa dañina y agónica zona de comfort de miserables migajas que nos da Estados Unidos, como empleos baratos con el montón de maquiladoras que parecen campos de concentración, que aplaca el hambre pero no da desarrollo.
Estamos ofreciendo al mundo puro músculo que se paga barato y no inventiva, sesos y talento creativo que es lo que se vende caro. Entonces ¿por qué no hacer carros mexicanos en lugar de armar como legos los de otros países?
¿Por qué no refinamos nuestro petróleo y consumimos nuestras propias gasolinas?, en lugar de mandar el crudo barato y traer gasolinas caras.
Tenemos que dar más pasos atrevidos, sin miedo hay que destetarnos de su país y fortalecer el despedazado mercado interno y echar a volar nuestra imaginación y creatividad, y apalancar una cultura nacionalista de auto consumo.
Creo que puede ser como una medicina amarga. Y digo amarga porque el camino será largo y no porque lo mexicano sea de menor calidad, pero curativa, y al fin tener una ruta propia que nos lleve al progreso y nos saque de la pobreza y sanar para siempre.
Qué ironía, Trump puede ser el villano que despierte el orgullo azteca para tomar el lugar que nos merecemos en el mundo.