No hace mucho a clase media e, inclusive, la clase media-baja mexicana estaba en condiciones, los fines de semana, de comprar un buen kilo de barbacoa o bien ir en familia al restaurante del barrio a almorzar. Los eventos de futbol estaban considerados como puntos de encuentro para “echar unos buenos (cortes) pellejos al asador” y tomar unas (cervezas) “bien muertas (frías)”.
No hay muchos argumentos para refutar que la economía – la micro economía -, esa de la casa, la de la “mamá luchona”, la del día a día… no se está viendo afectada. Los insumos básicos han aumentado y la percepción de desempleo o amenaza de éste se vive de manera cotidiana.
Antes comíamos nivel “barbacoa” los domingos y ahora estamos nivel “huevo con ejote” (alberjas). La abundancia en la diversidad del consumo alimentario diario, semanal o mensual y su métrica no son un parámetro nuevo. La UNICEF ha realizado sendos estudios al respecto e, incluso, es bien sabido que no hace mucho el ingreso per capita de un país o zona geográfica se medía a partir del número de hamburguesas de Mc Donald’s (Big Mac Index, introducida en los años 80’s del siglo pasado por el periódico “The Economist”) que un individuo podría comprar. Hoy una nueva medición se está introduciendo: el Starbucks Index.
Pero no nos desviemos, el parámetro tangible del desayuno de los domingos para las clases medias, medias-bajas y bajas es real. Ir a llenar la despensa es cada vez más trabajoso. Pagar el transporte y los servicios básicos resulta, mes a mes, ser una cuesta difícil de sortear. Y, lo peor, es que la percepción de bienestar no se logra vislumbrar en el corto plazo y, sí, la desesperanza y el malestar de la sociedad trabajadora.
Dicen los expertos que un país es sólido en la medida en que cuenta con una clase media sólida. Es imposible sostener un país y llevarlo a la franja de bienestar, cuando hay mucha pobreza y la riqueza está en manos de pocos. Que el 60% (por ciento) de la población forme la clase media de un país, lejos de ser una amenaza para los gobiernos deberá ser un meta. Entre menos pobres más justicia, entre más clase media, más consumo de bienes y servicios… esa es la premisa fundamental.
Este gobierno aún incipiente tiene aún mucho que cumplir, mucho que hacer y mucho por definir.
El pueblo (y lo que este concepto implique) puede soportar abusos de autoridad, puede soportar corrupción de sus gobiernos, puede soportar, incluso, inseguridad… pero lo que jamás podrá soportar es ver a sus hijos morir de hambre.
Esta Jirafa preocupona sigue atenta.