Esta semana mi curiosidad me llevo a la lectura de Nietzsche y comparto contigo, apreciable lector una frase que me pareció sumamente impactante, el aforismo del autor en cuestión dice que: “Una idea que no nos transforma de algún modo no sirve para nada”.
No comparto mucho de la filosofía Nietzscheniana, es un renegado de la existencia de Dios, y no podemos darle más crédito a la mente finita del ser humano que a la mente infinita de un ente todopoderoso a quien le atribuimos la creación de este universo y que no podremos entender al cien por ciento bajo la estructura actual de la vida moderna, pero como bien decía el apóstol Pablo “analizadlo todo, retened lo bueno”, en ese tenor rescato la frase mencionada del autor en cuestión como punto de partida de la presente columna.
Las ideas son palabras que se arrojan para causar un efecto en quienes la escuchan, sean escritas o sean habladas y quien domine el poder de la palabra bien dicha por medio de la oratoria llevara un plus en el propósito que se pretende en la vivencia política de mayor relevancia que tendremos los tamaulipecos y que concluirá el 5 de junio con las elecciones para gobernador, alcaldes y diputados locales.
Dicha oratoria no ira dirigida a lo que conocemos como el voto duro, o sea el voto cautivo de los partidos que por medio de sus estructuras votan siempre por él, independientemente de las circunstancias. Ese voto duro se mantiene de otra forma.
Me refiero al discurso dirigido al ciudadano común, aquel ejército de personas no cautivas que muy probablemente están desencantados de lo que viven en la inmediatez de su comunidad, que solo se puede seducir con ideas bien estructuradas y planeadas y que recobren el valor de un futuro con auténtica esperanza de mejoría.
Hasta hoy quienes fungen como pre candidatos o candidatos se han dirigido solo a sus militancias, quienes aplauden cualquier expresión en sus eventos al interior de sus partidos, no hay demanda de profundidad de pensamiento, digamos que estamos viviendo la infancia del actual proceso electoral, pero vienen tiempos en que la amplitud y la profundidad de ideas serán fundamentales para seguir sumando en los propósitos electorales.
Las elecciones solo se ganan con votos, es un aforismo que no tiene discusión, una verdad de Perogrullo, pero ganar sólo con el voto de las masas no pensantes es un riesgo que se puede pagar con la falta de legitimidad y calidad en el desempeño del gobierno que aterrice en palacio en octubre próximo.
Decía Mahatma Gandi que las ideas se convierten en palabras, las palabras en acciones, las acciones en hábitos y los hábitos son nuestro destino. Bajo esta óptica es de suma urgencia que los discursos de los candidatos estén plagados de verdaderas ideas que aporten más que de expresiones vacías que solo buscan el aplauso fácil o de expresiones que sólo buscan criticar sin aportar soluciones, esa crítica en el discurso que solo podría anhelar la suma de votos más que propuestas inteligentes para dar solución a cada una de las problemáticas que aquejan a nuestro estado.
Como tamaulipecos debemos llegar a ser dueños de nuestras propias virtudes. Debemos desplegar el poder sobre nuestras virtudes y nuestros defectos, y aprender a usarlos una y otra vez según convenga, según nuestros más altos fines.
De las pocas ideas que rescato de Nietzsche es cuando expresa que una cultura y un Estado se justifican cuando pueden vivir y crear en ellos los ejemplares supremos del ser humano. Es de suma urgencia que las propuestas de los candidatos incluyan como sugieren que seamos mejores personas, con valores, con pensamiento profundo y con anhelo nacionalista para servir a nuestro Tamaulipas y no servirnos de este estado.
Nietzsche eligió una sola vez en sus apuntes la extraña expresión: las cúspides del éxtasis del mundo. Debemos imaginar ese instante cuando se está cerca de la inminente muerte cuando un tiempo infinito se comprime en un segundo: éxtasis supremo, dolor supremo, cuando toda la vida se ilumina antes de desaparecer. Estas son las proyecciones luminosas o las iluminaciones del genio. Así como en ese instante el individuo comprende toda su vida y la puede sentir justificada, así la historia de Tamaulipas debe iluminarse y justificar por esas proyecciones luminosas. Las cúspides del éxtasis consuman el sentido de la cultura de las personas que anhelan la auténtica mejoría para nuestra región en el más amplio de los anhelos como ciudadano común o como político encumbrado.
¿A qué política pertenece este concepto, a la política real o a la política ficción?… se vale soñar.
La pregunta vital es ¿pueden unirse esas cúspides del éxtasis con la cultura de las masas? o ¿son alternativas que se excluyen?
Se requiere mucho talento para saber empatarlas y no sólo ganar con votos sino con la buena voluntad de las mayorías absolutas aun y cuando es factible ganar con una mayoría simple.
El tiempo hablará.
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