A lo largo de mi carrera en los medios de comunicación he visto bastantes campañas políticas, unas con mucho dinero y otras muy austeras, creativas y atrevidas.
También he visto campañas muy tristes, pues, literalmente, están hechas con las uñas.
Sin embargo nunca me había tocado ver candidatos que ni uñas traen.
El modelo de selección de los abanderados de MORENA es un fracaso, pues antes de haber sido registrados, debieron de haber mostrado la capacidad de hacer que sus amigos, parientes o empresarios apuesten por ellos y los ayuden económicamente.
Esta es una cualidad mínima necesaria en un candidato de alto rendimiento de cualquier parte del mundo.
Se me ocurre que si quieren contender, primero deben de mostrar una ficha de depósito que cubra del 5 por ciento del tope de gastos campaña (para pagar lo básico de la contienda) y si no lo tienen, que no les permitan registrarse.
Ojo, no digo que la política tiene que ser propiedad de los ricos, pero el que se quiera meter a esto tiene que demostrar capacidad de gestión y qué mejor manera de hacerlo que logrando que la comunidad se involucre con su campaña, después de todo “el que va con su lana va con su corazón”.
No sé cuántas candidaturas gane MORENA, puede ser que la mitad, lo que sería un fracaso porque tenían la mesa puesta para ganar mínimo 22.
Lo que es cierto es que si así sucede el partido de la Cuarta Transformación dejó pasar una oportunidad histórica para cambiar el rumbo en Tamaulipas.