Más allá de la élite, en lo más curtido del pueblo se encuentra la cultura, que significa lo que nace del espíritu, concepto que ha ido mutando conforme pasa el tiempo, al igual que el término arte, que si tomamos lo anterior como referencia, tal vez me juzgarían que me quedé en el siglo XIX.
Cultura es lo que nace de la gente, de las tradiciones, del conjunto de subculturas, del hogar, de lo que vive una familia. De los pensamientos y de las acciones, así nos lo dice el escritor inglés, William Shakespeare: “La tierra tiene música para aquellos que escuchan”.
Es chocante que las personas utilicen el arte como una pose social, sólo para aparentar cuando en realidad no les interesa el punto principal, que es de dónde proviene, de dónde nace.
Me queda claro que quienes aparentan un gusto falso por el arte sólo termina por ser una moda que dejan al olvido, por falta de un auténtico interés.
La intención del arte no es la de llenar museos, tampoco ser joyas que cuelgan de las casas; sin embargo, ni como negarlo, también lo es.
Tampoco debería de ser denominado arte lo que es utilitario, puesto que no tiene un trasfondo comunicativo, mas que el de ser un objeto con una finalidad que es de servir a la civilización, así que retomaré la frase del pintor estadounidense Duane Hanson, quien abandonó el abstracto para irse a los detalles del hiperrealismo: “El arte no tiene que ser bonito. Tiene que ser significativo”.
Jerzy Kosinski, scritor de origen polaco, refuta lo anterior al afirmar: “Los principios del verdadero arte no es representar, sino evocar”.
Según Leo Tolstoy: “El arte no es una artesanía, es la transmisión de las sensaciones de lo que el artista ha experimentado”. Además dijo: “No hay deber en el arte porque el arte es libre, según el pintor ruso, Wassily Kandinsk.
Oscar Wild, declaró: “Todo arte es bastante inútil, pues no da primero para vivir a quien lo crea, y quizá su objetivo sea más espiritual”.
Y a quién le damos esa tarea tan valiosa de llenar nuestras almas a través de su trabajo, sino al artista, quien produce el arte.
Según el músico alemán Robert Schumann: “Enviar luz a la oscuridad del corazón de los hombres, tal es el deber del artista”.
El arte es más que un objeto ornamental, y aunque lo sea es un deleite de acuerdo al nivel de sensibilidad del espectador. Hay en la obra un mundo por descubrir: la cosmogonía del artista que la creó, su manejo de la técnica y entender qué nos quiere decir a través de ella.
Y, ¿para qué existe el arte?, se prguntó Friedrich Nietzsche. Y se respondió: “Tenemos arte para no morir de la verdad”.
Cada artista tiene su visión del universo, con el cual crea su mundo, su estilo; el idioma con el cual nos habla y nos comparte sus ideas, lo que ve a través de sus ojos.
El trabajo del artista es una maraña única que tejió con su locura manejada a su antojo, de donde va y vuelve a placer, eso es lo que digo yo.
“El artista es un receptáculo para las emociones que vienen de todas partes: del cielo, de la tierra, de un trozo de papel, de una forma que pasa, de una tela de araña”, explicó Pablo Picasso.
No debería ser sólo un negocio, aunque las miradas no den de comer al artista; pero es un crimen para la humanidad hacer del arte un negocio sin ofrecernos a cambio un verdadero artista, que no busque lucrar con una idea prefabricada y a manera de mercancía por volumen.
Un coctel de frases nos dice lo que es un artista para el arte, quien tiene ante ella una posición humilde, pues es sólo un canal para hacer preguntas con las cuales busca comprender la verdad. Así mismo transmite pensamientos para registrar las reacciones de su personalidad al mundo en el que vive, en donde puede adelantarse o no a la época, incluso llamar al pasado.
El artista es el embajador y máximo representante de la imaginación, que, según Napoleón Bonaparte, es la que realmente gobierna el mundo y un domador de emociones que manipula para crear su obra, con la cual representa un significado interior que le sirve como diario de imitación a quien su pasión no le permite morir de aburrimiento.
Lo resumo todo en una frase de Vincent Van Gogh, quien solicitaría sin dudar, renacer para luego vivir para el arte: “Veo en mi obra un eco de lo que hay en la naturaleza. La naturaleza me ha hablado, me ha contado algo y yo lo he anotado en estenografía”.