La enseñanza de artes no me interesaba. Para mi ser maestra de arte restaba tiempo a la producción de mis obras. Sin embargo, hoy estoy emocionada por mi nueva aventura, en la que proyecto enseñar el camino del arte a mis hijos.
Cuando estás embarazada te imaginas al bebé, sus características físicas y te preguntas cuáles serán las cualidades que heredará.
Yo pedía que fueran buenos en matemáticas y ciencias formales como su papá, es decir que se fueran más por el pensamiento científico. Aunque muy dentro me ilusionaba que les gustaran las artes.
Lo anterior es irónico, puesto que siempre defiendo el arte, pero ciertamente en Latinoamérica es desvalorado, a comparación de países desarrollados donde a quien se dedica a ello, se le da mayor respeto. Acá eres un muerto de hambre y desubicado. No quería eso para ellos.
Nacieron, crecieron y aunque apenas son pequeños, se nota su habilidad artística. El mayor desde muy pequeño agarró las pinturas y los lápices de colores.
Al segundo se le desarrolló, no sé si por influencia de su hermano, pero me sorprendió descubrirlo expresándose con tanta facilidad y fascinación por medio de sus manitas.
Ambos son hiperactivos, pero no se quedan en paz hasta que tienen plastilina de colores. Las moldean por horas y horas. Canalizan muy bien su energía, se complementan y arman proyectos.
Les gusta mostrar sus creaciones y que se les reconozca por ello. Piden que les tome fotografías a sus pequeñas esculturas y dibujos. Diariamente hacen exposiciones de su trabajo, me llevan a su mesa y me describen su obra.
No hay nada que les emocione más que los lleve a comprar plastilinas y otros materiales que poco a poco van integrando a sus maquetas.
En la escuela, reconocen al mayor por esas habilidades de producción de figuras y dibujos, los cuales ingeniosamente fabrica con mucho detalle.
En casa, poco a poco les he ido facilitando espacios, materiales, herramientas; pero no he llevado una metodología con ellos. Así que me he puesto a investigar, para poder acompañarlos.
No digo que sean niños prodigio, pero la práctica hace al maestro y estaré ahí mientras ellos quieran continuar.
Puede que no se dediquen a esto de mayores, lo que sí sé es que les creará una disciplina, les ayudará desarrollar sus capacidades y su sistema sensorial.
Tal vez sea solo una actividad que les guste ahora que son niños y que de adultos puedan recordar con cariño estos momentos que estamos construyendo juntos.
Por lo pronto les estoy buscando nuevos materiales que sean más perdurables que la plastilina y cambiaré el área donde trabajan, a uno donde tenga más luz.
Me gustaría que aparte de mis clases asistieran con otros maestros, para que aprendan otras técnicas que no domino y así puedan decidir cuál desarrollar.
Mis primeros alumnos me ayudarán a entender el arte desde otra perspectiva que seguramente seré guiada por investigadores a los que podré consultar en la red.
Quiero que por medio del arte, puedan en cualquier etapa de su vida reencontrarse con el niño que siempre llevarán dentro.