Hoy amanecí con la idea de proteger más a mi familia ante las horrorosas cifras fuera de control de contagios y muertos por Covid-19 en México, y la posibilidad de hasta irnos a otro país por un tiempo indeterminado. Gracias a mi profesión he sembrado amistades en otros continentes.
Confirmar que en Nuevo León los hospitales privados y públicos están a su máxima capacidad de enfermos e intubados me hicieron ver esa opción de emigrar. ¡Pero ohhh sorpresa! La Unión Europea abrió sus fronteras, menos para mexicanos, estadunidenses, brasileños, indios y rusos.
Metí freno a la idea de hacer mis maletas porque César, mi hermano mayor de 59 años, sano antes de contagiarse de Coronavirus en Matamoros, Tamaulipas, lucha por sobrevivir atado a un ventilador en el Hospital 270 del Instituto Mexicano del Seguro Social en Reynosa. Y jamás lo dejaría solo.
La familia está unida alrededor de él desde que fue internado el 19 de junio. Y cientos, o quizá miles de personas sin exagerar, conocidos y desconocidos, oramos por su recuperación creando el #Fuerza Cesar.
Recordé que una gran amiga, Valentina Alazraki, tiene una casa de campo fuera de Roma, e imaginé corriendo entre los árboles a Héctor Hugo y Marco Sebastián.
Alquilársela por una temporada para proteger a mis hijos y mi esposa, creo, no sería el problema. Pero Italia cerró sus fronteras a nosotros.
Quién lo iba a decir. Entre marzo y mayo escuchar que un italiano o español había llegado a nuestro país o algún conocido había tenido contacto con ellos, era suficiente para pintar la raya y alarmarse.
En España, Francia, Gran Bretaña, Bosnia Herzegovina, Croacia y Japón, entre otros lejanos países, tengo grandes amigos. Como en Argentina, Ecuador y otros del Continente Americano, por si se llega a ofrecer.
La situación de la pandemia en México es extremadamente grave. A las cifras diarias ya nadie o pocos les creen, aunque las defienden los fanáticos del actual gobierno. Pobres ellos por su ceguera.
Mañana o el jueves nuestro país desplazará a España con mayor número de muertes por Covid-19, y en los primeros días de julio a Francia, para ubicarse en el deshonroso quinto lugar mundial de decesos.
Gracias a Dios tengo amigos regados en el mundo y la posibilidad de pensar tomarme unos meses lejos de México hasta que esta pesadilla pase. Pero pienso en César, en mis papás que sufren y en mis hermanas Lupita y Nora que están arriba de este mismo barco que navega en un mar furioso.
¡Animo hermano! A lo lejos se ve el puerto que te recibirá sano con aguas tranquilas tras superar la tempestad. Dios y mucha gente está con nosotros.