Un par de amigos me han reconvenido (no insultado… aún) por publicar casi a diario cosas sobre el Covid 19 y favorables a la estrategia federal contra la epidemia. Dicen, y tienen razón, que hay muchos problemas en México y en Nuevo León de los que podría dar mi opinión que, por cierto, no es inspiración divina ni verdad absoluta. Trataré de explicar mis motivos a todos, y a ese par en especial… Excepto al que juró no volver a leerme. A ese lector ausente le dedicaré un dolorido planto durante uno, dos, tres, cuatro, cinco lágrimas. ¡Servido güey! Me debes cinco caguamas, una por cada lágrima.
Cuando empezó la epidemia en China, me preocupé un poco. Aquí en México teníamos otros problemas. Destacaban la sistemática campaña contra el gobierno federal y, además, la necedad del titular del Ejecutivo al enfrentarse a los medios de comunicación. El presidente López tenía, tiene razón, pero sólo ha complicado las cosas. Medios sin prebendas, políticos exiliados de sus redes de corrupción, empresarios también, pero además amenazados por un cambio NECESARIO en la política económica, no estaban felices. Siguen tratando de desestabilizar las instituciones del estado. Esas que según Enrique Krauze trata de desmantelar el presidente López. Algo imposible, porque las instituciones del estado ya estaban desmanteladas. Eran meras fórmulas burocráticas, podridas por la corrupción, invadidas de onerosos zánganos.
Entiendo que Andrés Manuel no busca implantar el socialismo ni el comunismo, sino acabar con el neoliberalismo. Su propuesta es capitalista.
Aunque se han gastado millones en “bots”, redes, medios y en corromper sesos para que parezca estúpido, no lo es. El neoliberalismo es un anacronismo cínico resucitado por tecnócratas; pero el capitalismo de AMLO también es anacrónico, pretende ser liberal pero parece más emparentando con los capitalistas decimonónicos del noreste mexicano. Aunque lo invoca para todo, Juárez es sólo un emblema, como lo fue para Porfirio Díaz (el culto juarista lo implantó don Porfirio, no las logias ni la Revolución… Madero no era tan juarista). Enrique Krauze dice que López Obrador se cree “mesías”. Aunque tuviera razón, López no querría ser el mesías del Dios de Krauze. El Dios de Krauze es más caro y menos popular.
Suponiendo, sin conceder, que el sendero de López es el correcto, el tránsito ha sido muy accidentado. En parte por su terquedad y monomanías, pero con el agravante de que en el otro extremo del ring, otros monomaniacos más perversos dicen hacerle contrapeso cuando en realidad sólo intentan desmantelar, ellos sí, las instituciones de este estado. Así, todo plan, programa, proyecto, iniciativa emanada del Poder Ejecutivo, es objeto de un inmediato y espectacular tiroteo, sobre todo aquel que atente contra el rancio sistema económico mexicano (rancio no por viejo, sino por corrupto y podrido). Eso puso a la estrategia contra el Covid 19 también en la mira.
Es deseable, sano y necesario que se critiquen y hasta se impugnen medidas económicas, e incluso el Pacto Fiscal. Pero aunque la oposición lo proclame, no considera el interés de todos los mexicanos. La defensa del viejo sistema económico apunta a mantener una criminal y vergonzosa desigualdad social, sistemas laborales injustos, y un estado secuestrado por capitales privados y extranjeros. Yo no he visto que estos “críticos” prometan a los mexicanos algo más que trabajo, normalmente mal pagado, y sí amenazan con desempleo y miseria. Así estábamos antes, cuando estábamos “a toda madre”. Y siempre había cerveza en los oxxos.
¿Por qué no escribo más de eso y menos de la epidemia? Es simple. La epidemia es la prioridad. Necesitábamos una estrategia nacional única y coordinada con todos los estados. Pero desde el principio, por política o intereses económicos, algunos estados marcaron distancias e implantaron sus propias estrategias, algunas desastrosas. Se exige proteger a empresas a costa incluso de la salud de los trabajadores. Se ha hecho de todo para desacreditar la estrategia federal contra la epidemia, sobre todo con cifras, cuando lo cierto es que las previsiones matemáticas fueron y siguen siendo alteradas por la desinformación en medios y redes, y malas decisiones que estados y municipios tomaron antes y que siguen tomando. Desde los primeros textos que escribí sobre este desastre nacional advertía que lo importante, en ese momento, era el combate a la epidemia, no la histeria político-empresarial. Lo sigo advirtiendo. Sobre todo ahora que, gracias a esos deslindes regionales, no sólo se prolonga la crisis, además se teme un aumento en las víctimas, entre contagiados, muertos y desempleados. Así que, la prioridad para mí sigue siendo la epidemia, ¡hasta octubre si es necesario! Por eso y nada más seguiré siendo reiterativo con el tema del Covid 19. Quedan ustedes enterados.
PD. Perdón por mis largos textos, impropios de redes sociales y poco prácticos para medios de comunicación. Nos son columnas, en realidad son