Los resultados de las elecciones del domingo 2 de junio requieren análisis que expliquen el por qué Morena ganó la gubernatura de Puebla sacando menos votos que el Partido Acción Nacional, que obtuvo la mayoría de los sufragios.
También el triunfo de Morena en Baja California, estado gobernado los últimos 30 años por los panistas.
Y el carro prácticamente lleno que Acción Nacional logró en Tamaulipas.
El caso de Puebla se explica por la muerte de Rafael Moreno Valle, el ex gobernador y Martha Alicia, su esposa, la gobernadora.
Morena pudo hacer las cosas de tal forma que le favoreciera el voto a la gubernatura, pero no pudo convencer en los municipios para llevarse la mayoría.
Lo que nos habla de la resistencia de las y los poblanos a ser dirigidos por las siglas que encabeza Andrés Manuel López Obrador, considerándose que el gobierno del panista Moreno Valle llevó a otro estadio de desarrollo a esa ciudad que lucía avejentada antes de que el ex priista llegara al poder.
Él le imprimió modernidad a un estado catalogado como conservador, supo sacar del letargo económico a la entidad y pudo poner a su esposa como su sucesora, error que pagaron con su muerte.
En cuanto a Baja California, a ellos como a los tamaulipecos tal vez les pasó que quisieron probar otra alternativa política, a ver si no les sale tan mal como está ocurriendo en Tamaulipas, donde el cambio de siglas no ha resultado, hasta ahora, en un mejoramiento en la vida de los tamaulipecos.
Y pese a ello, ¿por qué el PAN tamaulipeco se llevó 21 de 22 escaños de mayoría en el Congreso?
Tal vez se debió a la movilización observada, nunca como en esta elección se pudo ver a integrantes de familias completas con un papelito blanco en su mano encaminándose a las llamadas “casas amigas” para desayunar, práctica heredada de los 86 años de gobiernos priístas.
En mi casilla nunca como antes se pudieron observar a hombres y mujeres con teléfono celular en mano reportando las incidencias en la votación. ¿A quién?, quién sabe.
La apertura de casillas fue tardía, en el caso de la mía una hora 21 minutos, y en las cuatro restantes las cosas fueron casi igual. Además la ausencia de los funcionarios de casilla, nunca como antes faltaron a este compromiso ciudadano pese que el día anterior aseguraron asistir, no lo hicieron.
Esos detalles y la falta de liquidez de las y los tamaulipecos tuvieron qué ver en el resultado pintado de azul que hoy y durante dos años estará presente en la entidad, hasta que llegue la siguiente elección del año 2021.
Nunca como antes se hizo presente el abstencionismo, alrededor del 32% del padrón electoral fue a depositar su voto. El resto se quedó en casa como observador de su realidad desmoronada y esta inacción también es una protesta silenciosa contra los partidos que ofrecieron candidatos sin sustancia.
El PAN hizo bien su parte, llevó y organizó a la gente en las votaciones, se quedó con la mayor tajada del pastel, pero se le pasó la mano.
A partir del domingo, si Tamaulipas ya estaba aislado, ahora lo estará aún más, sin posibilidades de gestionar recursos, porque apenas tiene dos diputados federales de mayoría, un enfrentamiento real con el poder federal y un grupo de panistas que se sienten en la obligación de cobrar la afrenta de no haber ganado hace muchos sexenios la gubernatura, hacen un caldo perfecto para prolongar la parálisis económica.
Y aquí es donde entra el voto del hambre. Una sociedad golpeada por la inseguridad y la precariedad económica es presa fácil de los compradores de votos. Igual que en los años setenta del priismo recalcitrante. Nada nuevo bajo el sol.
Correo electrónico: derrotero@hotmail.com
Twitter: @derrotero_mx