Durante el fin de semana visitó Tamaulipas el presidente López Obrador, y aunque el objeto de la gira no era el tema de la inseguridad fue ineludible que hablara de ello, pero lo hizo de una forma que percibo no dejó satisfechos a los tamaulipecos, ya que a como están las cosas se esperaba más que una prédica: una declaración seca y contundente sobre ese problema que está convertido en un flagelo social.
Sn embargo, pudiera ser que tras la advertencia viene el golpe y así justificar el empleo de la violencia. Ya les dijo a los que andan en malos pasos que por amor a sus mamacitas mejor se porten bien, recomendación que es creencia generalizada les entró por una oreja y les salió por la otra, pero AMLO no es un ingenuo como para creer que con palabras dulces los descarriados van a regresar a la senda del bien.
Por supuesto que bien sabe lo que hay que hacer, y el reforzamiento de las medidas de vigilancia es una, la otra, es que la exhaustividad en la investigación del delito va resultar imperativa, toda vez que es criterio unánime de los criminólogos que la impunidad es el principal factor causal delincuencial, tarea que requiere la coordinación del gobierno federal con el estatal.
Y es que si el delito nace es porque falló la prevención, y si luego crece es por ausencia de investigación, derivando de lo anterior la rampante inseguridad ocasionada a su vez por la impunidad que hace sentir al delincuente como un “illuminati”, que no cree andar mal, que solamente defiende lo suyo y cuando un sujeto ya piensa así, una prédica no es lo que corresponde sino sometimientos al estado de derecho por medio de los recursos que tiene el gobierno, y desde luego dentro de los cauces legales.
Pero inicia la semana y dentro de las actividades destacadas está que mañana rinde su tercer informe de actividades como presidente municipal de Reynosa la doctora Maki Ortíz Domínguez. Veremos que nos dice. Entretanto, a darle al diario vivir.