Ni en sueños los panistas de Tamaulipas se enfrentaron a la pesadilla que están viviendo.
Si el proceso electoral del primero de julio fue un tsunami para el PRI, como lo describe un candidato priista perdedor, para el PAN los efectos son más devastadores, pese a las 31 alcaldías y las dos diputaciones federales que obtuvieron, el blanquiazul no convenció al electorado de esta entidad.
El PAN tamaulipeco enfrascado como estaba, viendo al PRI como el enemigo a vencer en las urnas, no midió el avance arrollador de MORENA, al grado que a un año de la elección del 2019 para renovar el Congreso local se están dando las condiciones para que el ejecutivo estatal pierda el control de este poder.
La derrota panista tiene su explicación por una parte en la figura de Andrés Manuel, quien hizo triunfar a gente variopinta que en su vida pensaron en ocupar una senaduría, gubernatura, diputación o alcaldía, si no lo cree, pregúntele al candidato de MORENA que ganó en Matamoros, ex priista por cierto.
Luego está el deficiente desempeño de la administración estatal que no surtió los efectos del cambio que prometió, que la gente esperaba y por el que le votó. Es lamentable que mientras el tema político copa todo el espectro informativo, los habitantes de Tamaulipas sigan siendo los eternos olvidados en la lucha por los cargos públicos.
El billete que le entregaron a Francisco Javier García Cabeza de Vaca en octubre del 2016 se le gastó en un año ocho meses, lo que lleva al frente del gobierno estatal.
Para el panista la disyuntiva estará a partir de ahora en, o admitir los errores en su falta de trabajo al frente de Tamaulipas, o pasarse el resto de la administración echándole la culpa a otros de los fallos.
Pero ya no aplica eso de que los priistas me dejaron un tiradero, tampoco que quiera montarse en acusar a PRI federal de falta de apoyo, y a partir del primero de diciembre decir que AMLO y su equipo son quienes le ponen piedras en el camino.
Al interior del PAN tamaulipeco y del gobierno estatal hará falta una profunda reflexión de mea culpa, donde, si les da la humildad, deberían ponerse a reconstruir su partido y cumplir con lo que prometieron cuando andaban en campaña porque hasta ahora Tamaulipas sigue sumido en el hoyo de la violencia, inseguridad, desempleo y pobreza.
Las condiciones están dadas para que el año entrante en que muchos de los diputados querrán reelegirse, pocos lograrán pasar la prueba del ácido debido precisamente al desempeño que han tenido, todos los representantes de los partidos políticos dejan qué desear ante la ciudadanía.
Y si como se lo anunciaron al PAN los morenistas que van por todo en el 2019, el riesgo de no contar con la mayoría legislativa será una pesadilla para el ejecutivo estatal, así se prevé si se revisa que el primero de julio los resultados derivaron en que 19 de los 32 congresos del país, MORENA y los partidos que lo acompañaron se hicieron del control de ese poder.
Hay quien ve en eso la posibilidad de establecer contrapesos frente a los gobernadores que hasta ahora eran dueños de vidas y haciendas con los consabidos excesos de los que han hecho gala y que ha llevado a algunos de ellos a la cárcel.
Y en Tamaulipas no se ve mal que exista ese contrapeso por los nulos resultados que hasta ahora han mostrado los panistas.
Así que si el tsunami del 2018 fue devastador para los partidos tradicionales, el del 2019 en Tamaulipas puede ser aniquilante.
LAS PREGUNTAS…
Ahora que todas las figuras clave del priismo tamaulipeco se quedaron descobijadas, a dónde emigrarán, ¿a MORENA?
¿Cuánto tiempo le llevará a Andrés Manuel decepcionar a su electorado?
Definida la senaduría por mayoría a favor de Américo, ¿qué hará Ismael para convencer a los electores que sabe a qué va al Senado?
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