Los errores son humanos y tanto en una institución de salud pública como particular pueden suceder negligencias que ponen en peligro la salud de los pacientes que acuden a los nosocomios.
Como dicen, cada quien cuenta como le fue en la feria, pero considero que el Instituto Mexicano del Seguro Social podría estar mejor en cuanto a infraestructura, mientras que los médicos de nuevas generaciones hacen todo su esfuerzo por formar parte de un nuevo paradigma que humanice aún más el trato par con los derechohabientes.
Existen testimonios de todo tipo como gente que por negligencia perdió un bebé después de dar a luz. O la experiencia de mi mamá que siendo derechohabiente, ósea la trabajadora, tuvo que realizar labor de parto sin anestesia, porque estaba saturada la sala y tuvo que atenderse sola, lo bueno es que sabía de enfermería.
También hay personas que agradecen que los tratamientos para curar el cáncer hoy en día sean de última generación y no tengan que caer en la ruina por ser tratados en clínicas privadas, con su seguro de gastos médicos que no les servirían ni para el arranque y donde atienden los mismos médicos del IMSS.
Tres son mis malas experiencias en el IMSS, como la última que me tocó al acompañar a mi mamá en la Subdelegación número 4, donde la secretaria, una mujer que atendía en el escritorio, se portó tan déspota que no me pude quedar callada y le dije que esa no era la manera que debía dirigirse a las personas, claro que tuve represalias, pues nos atendió hasta que quiso y de mala gana.
La segunda fue cuando tenía 18 años, después de varios intentos, me operé de urgencia un quiste pilonidal, que sale por un bello enterrado, para los curiosos, me localicé esa anomalía cuando hacía abdominales en mi casa, porque siempre tuve el hábito de hacer ejercicio.
Fue el en IMSS, gracias a que ingresé a trabajar de cajera en una cadena de tiendas de conveniencia, para pagar mis estudios de preparatoria y acceder al IMSS como derechohabiente, eso después de cotizar a un hospital privado donde me dieron una cifra que mi mamá no podía pagar, diez o 12 mil pesos.
En mi primer intento, antes de ingresar al quirófano me canalizaron muy temprano por la mañana y esperé horas con el suero puesto y, nada que le toca salir a comer al cirujano y se cancela la operación. Entonces tenía que esperar a que llegar el próximo médico, para operarme alrededor de las 7:PM, por lo que ya serían más de 12 horas canalizada. Eso no sucedería en un hospital privado.
Me sentí como vaca en el rastro, porque como si nada me quitaron las mangueritas que me habían puesto encajadas con agujas en las venas.
Después me volvieron a programar y en el trabajo no querían que faltara porque no había quien cubriera las vacaciones de mi jefa, luego la auxiliar de la jefa. Tuve que cancelar la operación.
Un día de repente la bolita se volvió bolota, que no podía ni sentarme, y empeoró después de los remedios caseros de sábila caliente que me puso mi mamá. Me tuve que ir corriendo a la sala de emergencias de la Clínica 4. Afortunadamente después de eso, todo salió bien y estoy convencida, porque no volvió a salir, como podría suceder.
La primera mala experiencia fue a los 17 años, cuando me empastaron una muela con amalgama, en la que después de varios años descubrí con un dentista particular que me salvó la pieza haciéndome una resina, después hoy en día es una incrustación, que posiblemente se convierta en endodoncia, todo porque que me dejaron caries.
Me queda la duda si fue negligencia o fue consecuencia de quejarme con el director de la dentista y su asistente, que primero fueron por sus taquitos mañaneros antes de atenderme después de más de cuatro horas esperando afuera del consultorio y ese día me tocaba ir a trabajar y la espera equivalía a mi turno parcial.
Las empresas pagan, los empleados aportan también las cuotas del IMSS, entonces deberían de contar con instalaciones que vayan acorde con los ingresos que reciben y mucho tiene que ver con quienes administran.
Lo mismo sucede con la falta de medicamentos, que al decir verdad, también le pasa a las clínicas de PEMEX, casualmente no se encuentran en existencia las de mayor valor, como las que compra mi abuelita de arriba de 500 pesos, cada una y son tres, las cuales deberían de ser surtidas por ellos, sin ningún pero.
Estas fallas son verticales, ya que la corrupción viene desde arriba, de afuera de las instituciones, que al auditarlas no ven nada de lo que pasa al interior, por eso no crecen ni avanzan dentro de ellas.