Hace décadas, cuando Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y otros se marcharon del PRI y formaron la Corriente Crítica que luego se transformaría en Partido de la Revolución Democrática (PRD), en su período de mayor consolidación, llegaron militantes de otros partidos, con dudosas y críticas historias –Manuel Bartlett, entre otros-, cuestionaron al hombre más sabio de la política mexicana –PML- el por qué un partido democrático –o que se decía serlo- recibía en sus filas a esos especímenes del sistema político mexicano.
Respondió:
-No preguntamos, de donde vienen; preguntamos a dónde van…
Esa anécdota, que hoy es parte de la historia nacional, describe muy bien el estado de animo de Morena en Tamaulipas. El rasgo más evidente de la exitosa reunión de la unidad en Ciudad Victoria, fue la actitud excluyente, sectaria, y egocéntrica de un grupo de militantes que se resisten a recibir a numerosos grupos y personalidades que hoy han mostrado su deseo de sumarse a la IV Transformación.
Esa es la contradicción más a flor de piel que el delegado Alejandro Rojas Durán, tiene que procesar en el estado. Asimilar sin aspavientos a decenas –por no decir miles- de activistas y dirigentes del PRI y del PAN, quieren sumarse a Morena. No es un proceso sencillo. La lógica inmediatista y reduccionista, es contundente como insensata, al rechazar a esos escurrimientos que desean hacer más turbulenta la corriente en AMLO en la región., bajo el argumento que han sudado a camiseta desde que se fundó el partido-movimiento.
Será uno de los principales retos de Rojas Durán, de Renato Molina y Rodolfo González Valderrama. Sumar sin lastimar; crecer, sin avasallar a los liderazgos tradicionales morenistas.
La coyuntura inmediata es la postulación de candidatos al Congreso local. Ese es el centro de la acción. Es el punto neurálgico de la estrategia para tener en el mediano plazo un partido competitivo.
La agenda legislativa, pasó a ser una propuesta –y vaya que era lo más sustancial de la asamblea, después de la adhesión de los cuadros priístas y panistas- de segundo plano. Para esos cuadros tradicionales, lo fundamental, era poner una valladar a los morenistas de reciente hora, como si los fueran a desplazar de sus responsabilidades o de las candidaturas.
Es grotesco, preguntar al momento de realizar una alianza o una coalición, a los participantes, sobre los asuntos del pasado. Las alianzas se construyen sobre coincidencias, no sobre las divergencias; los pactos, se signan sobre proyectos conjuntos a construir, no sobre programas erizados de elementos dispersivos.
Morena, está a un paso de lograr una de sus primeras victorias del 2019: el desmantelamiento del PRI en Tamaulipas. La incorporación –con todo y que sea a nivel de asesores o simpatizantes- de cuatro ex dirigentes del CDE del tricolor, como Jaime Rodríguez Inurrigarro, Eliseo Castillo Tejeda, Felipe Garza Narváez y Oscar Luebbert Gutiérrez, es uno de los más contundentes golpes que el ex invencible hay recibido en el Estado en toda su historia regional.
La asistencia de casi media docena de ex dirigentes municipales del PRI, como Isidro Ruiz Sandoval, Ambrosio Gutiérrez y otros, son desangramientos significativos en la capital del Estado que pavimenta el camino a los candidatos lopezobradoristas.
Ese evento, representa el más devastador golpe al tricolor en la comarca. Más doloroso, incluso, que la derrota que le imprimió el PAN al sacarlo de la gubernatura. (En este momento, el tricolor tenía la mayoría de las alcaldías pesadas de la entidad).
Uno de los pasos fundamentales para un cambio de régimen en Tamaulipas, tiene que pasar necesariamente por el aniquilamiento del PRI y sus prácticas. MORENA es ya una organización maciza. Los aliados que vienen de otras organizaciones, se enfrentarán a una institucionalidad sólida, permeada por una postura anti-neoliberal y unos liderazgos moldeados por el más fuerte dirigente político después de Lázaro Cárdenas, el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Morena, tiene enfrente una disyuntiva feroz: encapsularse en sus estridentes tribus, o lanzar una línea incluyente que sea capaz de asimilar sin turbulencias los grupos tradicionales.
El primer paso ya está dado: la presencia de Alejandro Rojas Durán.