Con la captura de los exgobernadores,Tomás Yarrington Ruvalcaba y César Duarte de Ochoa el gobierno federal está mandando una señal muy clara, es la señal de que están bien perdidos y que el dolor a la derrota llegó con antelación y ya de plano no saben qué hacer para enderezar la barca.
La gente no quiere capturas de los exmandatarios acusados de corrupción y sus nexos con el narcotráfico, quiere verlos refundidos en el bote y que los millones de pesos que se robaron sean recuperados e invertidos en obras para el bien común.
El presidente Enrique Peña Nieto y su líder priista Enrique Ochoa Reza están dando puras patadas de ahogado y ni metiendo al bote a todos los corruptos la gente votará por ellos. Lo que hacen estos dos personas es una burla para el país.
Peña Nieto terminará su sexenio como el presidente más corrupto de la historia incluso por encima del expresidente José López Portillo, quien por cierto no cantaba mal las rancheras.
Todo dentro del PRI, huele a corrupción a políticos sinvergüenzas y los del PAN guiados por el chamaco Ricardo Anaya van por el mismo camino, ya que el güerito éste ha sido descobijado una y otra vez y tal parece que están hechos del mismo palo.
Pero sigamos con el PRI y sus intentos fallidos de enderezar el árbol torcido, mira que expulsar a Humberto Moreira porque se fue a otro partido como candidato a diputado es una soberana desfachatez, los priistas lo hubieran expulsado cuando quedo al descubierto el saqueo a la arcas estatales de Coahuila.
Por cierto el matamorense Javier Villarreal oriundo de la colonia Modelo mucho tuvo que ver en ese desfalco que lleno de rabia tanto a los coahuilenses como a los tamaulipecos y a todos los mexicanos.
Javier Villarreal hijo de la empresaria de tortillas de harina Doña Paola vio sus peores momentos al terminar el sexenio de Humberto Moreira, de inmediato se vino a Matamoros y comenzó a comprar infinidad de terrenos, gasolineras y negocios.
Las tortillas de harina de Doña Paola de la noche a la mañana crecieron de manera vertiginosa y en un abrir y cerrar de ojos ya tenía tres sucursales en Matamoros y una en Brownsville, Texas.
Pero tanta fue la avaricia de Javier Villarreal que compró gasolineras, terrenos y fincas en el lado americano y como la justicia mexicana supuestamente lo perseguía tuvo que refugiarse en la vecina ciudad de Brownsville.
Allá de inmediato los gringos le incautaron todas sus propiedades que por cierto estaban a nombre su madre doña Paola Hernández y la pobre señora conocida por todos como una mujer muy trabajadora tuvo que dejar el sueño americano y regresarse a atender sus negocios en Matamoros.
En México nada le pudieron hacer al extesorero de Moreira, Javier Villarreal Hernández, en cambio los gringos prácticamente lo pusieron de cabeza para quitarle hasta el último cinco de sus bolsillos y huyó por todo Texas y hasta un cambio de look hizo para despistar a las autoridades norteamericanas.
Pero de nada le valió lo atraparon con varios miles de dólares que no pudo comprobar su legal procedencia y se los quitaron y hasta un ficha criminal le tomaron, en cambio el gobierno de Peña Nieto ni siquiera ha investigado como es que su señora madre se convirtió en una prospera empresaria de las tortillas de harina.
El líder nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza fue burdamente descobijado en Monterrey al ser exhibido como comprador de placas de taxi, acciones que están prohibidas y que lo dejaron como un experto en el tráfico de influencias.
Ochoa Reza está muy verde para dirigir los destinos de un partido político que agoniza, pero la gente ya no cree ni una sola palabra, ni a los verdes ni a los grandes dinosaurios priistas que en este momento están más apagados que un foco fundido.
Prácticamente Peña Nieto está en la gira del adiós y con sus discursos triunfalistas, piensa enderezar el barco, pero no le va a alcanzar, desafortunadamente el PRI carece de veracidad y calidad moral como para que los ciudadanos vuelvan a votar por ellos.
La preocupación más grande de Peña Nieto, son las elecciones en su tierra natal Estado de México, donde Alfredo del Mazo, hijo de un dinosaurio priista pretende que el PRI siga gobernando ese enorme Estado que por ciento tiene millones de votantes.
Peña Nieto y Ochoa Reza confían en que Alfredo del Mazo gane la gubernatura y con eso abrir camino para las presidenciales y para ello están echando la casa por la ventana porque estas elecciones se ganan con harto dinero, venga del erario público o de particulares.
El Estado de México puede quedar en manos priistas, pero no con ello ya ganaron las elecciones presidenciales del 2018, pensar así, sería un grave error y más sabiendo que Andrés Manuel López Obrador va a la cabeza en casi todas las encuestas.
Están tan concentrados en el Estado de México que mantienen olvidado a los demás Estados de la República donde por cierto no habrá elecciones para gobernador, pero si participaran en la sucesión presidencial.
Por tal motivo en Tamaulipas el doctor Felipe Garza Narváez con más de 40 años de militancia les aventó el arpa y su argumento fue muy devastador, asegura que el PRI tamaulipeco se encuentra en el total abandono.
Se esperan más renuncias como las del doctor Garza Narváez y si los Enriques no voltean a ver a nuestro Estado volverán a perder Tamaulipas en el 2018 como ocurrió en el año 2013.
Es más ni siquiera han fijado fecha para elegir al próximo líder estatal del PRI y en los municipios también siguen esperando los relevos para ponerse a trabajar con miras a las elecciones municipales del 2018.
Así es que no les queda de otra más que meter al tambo a Eugenio Hernández Flores, Egidio Torre Cantú y hasta a Cavazos Lerma deberían meterle un susto, porque el fuero lo protege, pero al resto de los exgobernadores corruptos y prófugos hay que echarles el guante antes de que sea demasiado tarde.