Paseando a mis perritas por la cuadra donde vivo, me topé con mis vecinos. Durante nuestra amable y cordial conversación, le pregunté a su pequeña hija de siete años de edad, qué le gustaría hacer cuando sea grande.
Ella me dijo que algún día le gustaría llegar a ser Presidenta de México, como AMLO. Sus padres, ambos muy de izquierda sonrieron complacidos, y luego le pregunté a la niña, “¿Y qué será lo primero que harás cuando seas presidenta de México?”.
Y me respondió: “Les daría casa y comida a toda la gente pobre…porque los pobres son primero.” Sus padres se llenaron de orgullo.
“¡Qué trabajo más valioso y loable!”-Le dije… ¡Sin embargo, no tienes que esperar hasta ser Presidenta para hacer eso!
-¿Qué quieres decir?-preguntó con curiosidad.
Entonces le expliqué: Mira, puedes venir a mi casa y ayudarme a cortar el pasto del jardín, quitar las hierbas de las macetas y luego me ayudas a bañar a mis perritas.
Por tu trabajo te pagaré 300 pesos. Luego puedes ir al supermercado donde siempre está una persona indigente en el estacionamiento… seguro lo has visto, es un muchacho como de unos 25 años.
Le das los 300 pesos para que pueda comprarse alimento y tal vez algún día, si le sigues apoyando así, pueda hacerse de un lugar donde vivir.
La niña se quedó pensativa por un rato y luego me miró directamente a los ojos y me preguntó: “¿Y por qué mejor no invitas al indigente a que trabaje en lo que dices y le pagas directamente a él los 300 pesos?
-¡Bienvenida a la derecha! Le dije. Desde entonces sus padres (mis vecinos) ya no me saludan.