En la elección extraordinaria por la alcaldía de Monterrey del 23 de diciembre el Partido Revolucionario Institucional buscará mantener los signos vitales que todavía registra en la pantalla porque solo hay dos diagnósticos: gana y recibirá tratamiento para sacarlo del estado de coma; o pierde y va directamente a la morgue.
En cambio, el paciente que es el Partido Acción Nacional no puede arriesgarse a graves fracturas de los diferentes grupos de Nuevo León por el poco tiempo para campañas de apenas dos semanas (del 5 al 19 de diciembre).
La sucesión a gobernador de 2021, y quién será el abanderado, puede esperar para después de la cena con tamales, bacalao y pavo de Navidad y Año Nuevo, y antes no se vale desear y operar en contra para desear la derrota de su candidato Felipe de Jesús Cantú.
Adrián de la Garza, por su parte, sabe que de ganar saldría en hombros como torero de una plaza con las dos orejas y el rabo, y el PRI nacional no lo descartaría ponerlo en el cartel de la sucesión de Jaime Rodríguez Calderón.
También eso lo sabe Felipe y su posibilidad de victoria incomoda a otros panistas como Carlos de la Fuente, Zeferino Salgado y Víctor Fuentes, que están en la primera fila de aspirantes.
Ante ese escenario de posibles traiciones de las tribus del PAN de Nuevo León el comité ejecutivo nacional se metió hasta la cocina en esta elección, por eso las visitas -un día sí y el otro también- de su patriarca Marko Cortés.
Y los tricolores igual dieron la importancia a la elección extraordinaria de Monterrey cuando el PRI apesta a cadáver desde el 1 de julio pasado. Por eso la presencia de Rubén Moreira, mapache electoral siendo ex gobernador de Coahuila recientemente, como delegado especial en Nuevo León.
Pero mientras hay quien afirma que serán unas elecciones donde ganará el que más votos compre, la gran duda es: ¿saldrán a votar los regiomontanos?