“¿En qué cabeza, llevar a cabo trabajo tan a la ligera y mediocre?… es culpa nuestra no haber supervisado la obra… no podemos tener ese tipo de gente trabajando en esta administración”, dijo el alcalde Enrique Rivas Cuéllar.
¡Exacto! Tiene que castigarse la insensibilidad, la burla, el insulto, la bajeza, la vil acción de cada responsable de este gobierno municipal por cuanto a la construcción de rampas para personas con capacidades diferentes.
Obstruidas por postes, arbotantes semáforos, señalamientos, o bien, doblemente burlonas, por no conducir a ningún lado.
Se hicieron pendientes que mueren ahí mismo, en la propia banqueta, en un pedazo de cemento que no lleva a ningún lado, un cacho de acera, que no va ni al sur, ni al norte, ni al este o al oeste.
Rampas coronadas con registro de cemento, sobre relieve, o sea, tapas de concreto que como un escalón o tapia, obstruyen el paso de una silla de ruedas o de un andadera o caminador.
Accesos construidos con los materiales más ínfimos, tanto que a los días de estrenados terminan erosionados, “carcomidos”, tan deteriorados, que no puede subir una moto cross, mucho menos una silla de ruedas.
Sembradas a tontas y a locas, tanto en las esquinas de las calles del primer cuadro, como en las colonias de la periferia.
Laredo tiene aproximadamente 15 mil personas con capacidades diferentes (censo Inegi), sin contar adultos mayores, es decir, a los abuelitos de más de 70 años de edad, que al ser censados, no se dijeron, ni permitieron que les llamasen personas con movilidad limitada o capacidades especiales.
Empleados municipales se dieron a la tarea de construir rampas para estas personas con capacidades especiales o diferentes.
“Y en cuanto a los trabajadores municipales involucrados en la obra, serán despedidos”, dijo el munícipe.
¿Empezando por quién?, ¿por el subdirector de Obras Públicas, el mismo titular de la dependencia o el propio Alcalde?
Nadie puede estar tan ocupado que no haya un superior que no fuese a echarle un ojo a las mentadas rampas, tan más mal hechas.
Alguien con cerebro, un poquito más que los idiotas que las hicieron.
“Todas las personas que pudieron (¿o que tuvieron?) haber tenido una participación, van a tener una consecuencia”, expresó un proteccionista Rivas Cuéllar.
Terminadas las obras el 21 de diciembre, pasó un mes y una semana, hasta que publicaciones de El Mañana le dijeron a Rivas Cuéllar el mugrero que se hizo.
El hombre descansa su confianza en un equipo que en casi seis semanas, no pudo notar tan garrafales yerros.
No pueden hacer bien una simple rampa para silla de ruedas. ¡Imaginen a los que construirán las tres escuelas en este año!
Y nos preguntamos porque las obras públicas en Nuevo Laredo, se deshacen a los dos o tres meses de inauguradas.
Las hace gente chambona, adquieren materiales de lo peor (facturados como los mejores en el mercado), las idean cerebros de lo más bajo, siempre contando con la venia de gente infame, adentro del gobierno.
Dónde está la comisión de regidores de Obras Públicas; dónde la gente del Impladu o del Copladet?
Y todavía nos admiramos de tanta nulidad, tanto error y tanto mugrero, en otras cosas, cuando que en lo más fácil, los responsables no dan el ancho y a las primeras de cambio, enseñan el cobre.