El debate sobre el porcentaje de efectividad (de bateo) del Presidente de México puede comenzar a tomar relevancia social, política y “mediática” (y por “mediático” me refiero a que comenzarán a fluir “memes” de manera desmedida).
Y es que resulta que el tema del swing del Presidente ya ha tenido más de una vez espacio en las conferencias mañaneras y en los noticieros más importantes del país: lo vemos en la Liga Olmeca “pegándole” a la bola, lo mismo en “La Tranviarios” o en el nuevo Estadio de Diablos Rojos (Harp Elú) lanzando la primera bola. El Presidente es un gran apasionado de este deporte… pero pocos sabemos sobre su porcentaje de bateo.
La teoría dice que un buen bateador (el cuarto bat, para decirlo con precisión) tiene una efectividad promedio de .400 (punto cuatrocientos), es decir, de cada 10 (diez) veces que va a la caja de bateo sólo 4 (cuatro) logra conectar la pelota y dar un hit (embasarse). Efectivamente, un buen bateador, no da, siquiera, el 50% de resultados…. y eso que es el mejor bateador.
AMLO, nos comienza a tener acostumbrados, justo en las conferencias mañaneras, a “batear” las preguntas que le hacen los reporteros que lo acompañan mañana tras mañana. Y, de ahí, que me atreva a preguntar: ¿cuál será el porcentaje de bateo de nuestro Presidente?
Si hiciéramos la analogía entre un buen bateador y el bateo a las preguntas presidenciales, quizá nos sorprenda que las respuestas representan ese mismo .400 (punto cuatrocientos) de efectividad. Es decir, contesta solo 4 (cuatro) de cada 10 (diez) preguntas que se le formulan son contestadas.
Otro problema con el que nos topamos en las “mañaneras” es la manera como presenta, da la palabra, aplaude y desmiente al gabinete federal. No han sido pocas las veces que se ve acompañado por secretarios, subsecretarios, directores y encargado de tales o cuáles dependencias gubernamentales. Los tiene, si no horas, sí minutos (y varios) sentados a la expectativa de si participarán o no. Y cuando les toca, también no pocas veces, han dado información imprecisa, errónea o falsa, misma que es corregida, nuevamente, por el Presidente.
Pareciera que este deporte (el béisbol) que tanto encanta a AMLO se ve reflejado en su modo de llevar el gobierno. Hace meses dijimos que había que esperar, ahora lo que se “siente en el ambiente” es la necesidad de actuar.
Una buena estrategia beisbolera lleva generalmente al triunfo. Una fallida sí garantiza el fracaso. El estudio del contrincante es necesario para saber qué pichar, cómo batear y en qué momento sacrificar, conocer el entorno también es indispensable.
Esperamos que en estas primeras entradas (hasta el momento poco productivas) se compensen con grandes lances, grandes jonrones y grandes fildeadas. El juego sin jit, ni carrera en la política no es un “un juego perfecto” como en el béisbol. A esto se le llamaría fracaso rotundo… y nadie en su sano juicio quiere ni busca eso.
Esta Jirafa beisbolera sigue atenta.