Existieron otros artistas, aparte de los tres grandes como Rivera, Orozco y Siqueiros, que participaron en el movimiento denominado muralismo que se originó después de la Revolución Mexicana con la finalidad de educar a la población.
Algunos fueron ayudantes y también hubo quienes se designaron la segunda generación del movimiento que mutó a ideas nacionalistas.
Uno de las más destacados fue Rufino Tamayo, caracterizado por ser rebelde y estar en desacuerdo con la enseñanza académica que dictaba plasmar en sus obras las imágenes tal como el ojo las percibía.
A partir de esa creencia surgió su estilo con el cual pintó naturalezas muertas al margen del realismo, conteniendo también temas sociales.
“Mi sentimiento es mexicano, mi color es mexicano, mis formas son mexicanas, pero mi concepto es una mezcla, lo cual quiere decir que, en última instancia, no son las características que mi nacionalidad me ha impuesto lo verdaderamente importante en mi ser, o en el de cualquier otra persona”.
“Lo fundamental es que soy un hombre igual a los otros hombres: dotado, igual que ellos, con las mismas aspiraciones y preocupaciones”, declaró Tamayo, un artista nato, precolombino de la escuela de París.
El Museo Nacional de las Culturas en Moneda en la Ciudad de México aguarda el mural de Tamayo titulado Revolución que se pintó en 1927; en 1933, El Canto y la música localizado en Coordinación Nacional de Arqueología del INAH, que fueron de las más representativos del movimiento.
Roberto Montenegro fue pintor, escenógrafo y litógrafo. Estudió en México en la academia de San Carlos y también en Europa. Gracias a la amistad con Vasconcelos se le otorgó el puesto de jefe del departamento de Artes Plásticas.
Montenegro fue un artista que desde joven realizó múltiples colaboraciones en distintas partes del mundo y junto a personajes destacados en las artes plásticas.
En México. justo antes de integrarse al movimiento del muralismo, viajó al sur del país para conocer la vida en los pueblos indígenas que posteriormente le serviría de inspiración para sus próximos trabajos.
Realizó los vitrales como El jarabe tapatío y La vendedora de periódicos; también el Pabellón Mexicano que se elaboró en Sudamérica, en Brasil, como parte de los festejos del centenario de la independencia de dicho país, en 1922.
Xavier Guerrero nació en Coahuila, pero se mudó a Guadalajara a pintar murales y posteriormente a la Ciudad de México justo un año antes de que comenzara el muralismo.
De niño aprendió el uso de la pintura y materiales, gracias a que su padre era albañil y decoraba haciendas. Fue autodidacta y ayudante de Diego Rivera.