El despapaye del otrora monstruo de tres siglas, avasallador de elecciones, el Juan Camaney de Nuevo Laredo, se veía venir, era media campaña para diputados locales, principios de mayo y ya estaban sin dinero propio, se gastaron su capital personal y aterrados veían que estaban sin seguidores, sin levantar, sin respuesta de la gente, lucían flacos, cansados, ojerosos y sin ilusiones.
Entonces los tres candidotes a las curules, exigieron una reunión en cuadro chico con la cúpula ranchera del partido, arrimaron y arrinconaron a la dirigencia, léase el matrimonio feliz.
“No tenemos dinero, ya no podemos seguir, nadie nos pela, exigimos que se nos dé lo que nos toca, el que haya aterrizado el partido nacional o el estatal para esta ciudad”, dijo la teacher, a nombre de tres pobres ilusos que fueron encuerdados a participar en algo que ya estaba más perdido que el territorio de Texas, Nuevo México, Arizona, Colorado, California, Nevada, Utah, Wyoming, Kansas y Oklahoma.
Entonces “La Moni” (así llamaremos pseudónicamente a la aludida) rauda y veloz volteó a ver a su maridito, sentado junto a ella y le soltó: “Pídele a tu amigo el gober de Tlaxca, que te mande 300 mil varos, pero urgen, a más tardar para el lunes próximo” y aquel quedó en hacerlo.
Interviene entonces, la otra candidata, la vendedora, quien sin amilanarse, máximo por estar en cuadrícula chiquita (sólo los interesados y uno o dos achichincles de suma confianza) a su vez reclamó a “Moni” la ayuda que dice saber por medio del “rugidor” de su partido, que Enrique… cido Rovas ya le chorreó a la señora presidenta (del partido).
Y hasta mencionó que su amigo el (p)edil le dijo que se trataba de 300 mil bolas, cero centavos (una baba, para lo que se gastaron los tres).
Cabe aclarar o más bien, note el estimado lector, el grado de desesperación de los susodichos, pues a media campaña, sin más dinero, esos 300 mil y hasta 600 mil pesos que pudieran juntar, serían nada, una ma…miseria.
Son monedas, menudencia, cambio, vil cascajo que nada les iba a resolver, necesitaban 3 millones y no para sacar avante aquello, sino para medio recuperar lo suyo personal.
BIEN MAJEADOS LOS TRES
Pero en fin, se trataba de candidatos novatos, neófitos y ahora ¡harto desesperados!, gente a la que malévolamente alguien puso ahí, sólo para tantearle el agua a los camotes, medir el sentir o la repulsa del pueblo, saber si los seguían odiando por ser unos raterazos de miedo.
¡Y sí!, corroboraron en los resultados en las urnas, que el pueblo los vomita, los defeca, no los traga.
Ellos, los tres candidotes del 2 de junio, eran un mero experimento de su partido, un tanteo vil, al que de paso, inocentemente, los ingenuos le metieron su lanita propia.
“¡No, yo no, si es dinero de Enrique, no lo quiero! Abstente de hacerme llegar parte de eso”, intervino para pronto la docente, levantando del suelo, los restos de dignidad que le quedaban.
Ella no quería billetes venidos de presidencia burricipal, sin reparar que en la polaca todo es mugre, que el recurso -así le dicen los políticos a la lana que se trincan- siempre procede del sangrado, sobado y robado pueblo, que no puede etiquetar capital como si viniera del salario del “preciso”, pues este wey, ni orate soltaría la centésima parte de su emolumento, de su capital propio, así que siempre es dinero del ciudadano, la moneda que anda en la polaca, en las campañas, salió del jodido trabajador, nada más.
Así las cosas, ya estaban balconeando a la Moni de quedarse con 300 mil del águila, lanita proveniente de la tesorería de La Yunta, todo porque un regidor nada despistado, sembró la cizaña, soltó la tripa gacha, de muy mala entraña, lo hizo en un campo propicio, ni mandado a hacer, con los candidotes jalándose las greñas por su capital gastado, por el dinero de sus hijos que habían tirado a la basura al montarse en esa disparatada aventura.
Ellos querían recuperar algo, o al menos eso dijo la vendedora de ilusiones (mala vendedora, porque de sobra ya vimos dónde quedó en las votaciones, muy por debajo de la mesa).
300 Y PARTIDO PA’ MONI
Entonces Mónica empezó a “cascabelear”, a pasar aceite, fue cuando el esposito intentó entrar al quite, y aquello se volvió una cena de negros, un aquelarre grotesco, pleito ratero, dimes y diretes, salieron a relucir los trapitos sucios o más bien se los arrojaron unos a otros, porque aquello degeneró gachamente.
“Tú te quieres quedar con el partido para que él (el mono sentado enseguida de ella) sea el candidato a la siguiente alcaldía, por eso fuiste corriendo a enviarles la ratificación de militancia a los traidores de Pepe y a Lacho…chea, quienes abiertamente han estado trabajando para otros partidos, incluso hasta a la Pedorrina le mandaste la carta, pero ella por conveniencia de estar hoy Evenflando en el otro partido, no te la firmó”, fueron las acusaciones, los reclamos, que salieron del ronco pecho de los tres triste timados.
Y ahí en esa mesa, en esa “ruñón” empezó otra guerra, la de querer tirar al maridito, arrojarlo del barco que ya está hundiéndose o hundido, sacarlo del partido, quitar a ambos, que ni uno ni otro sean los próximos candidatos a la alcachofa (como si PP o Lacho, los fueran a dejar llegar ¿o sí?, bueno, uno ya ni sabe, porque vendiendo su alma al diablo, se llega a donde quiere).
Y así, los tres candidotes, como en confesionario con el padre Santoyo, se soltaron de lo lindo, hablaron hasta por los codos de los pecados de unos y otros, siempre anteponiendo a la perrada partidista (o lo que queda de ella), en el sentido de que los que no han conseguido nunca nada y siempre se han jodido para aportar (sea sudor o lanita) están que trinan reclamando lo suyo y a la vez, oponiéndose a que la pareja real o realmente bandida, se quede con el instituto y las candidaturas por venir, sobre todo la principal.
Además, ya montados en triunvirato, no quisieron la lana venida de Enrique…cido (ni la vendedora siquiera que sacó a colación aquello), porque dicen que este bato les quitó las proveedurías, no les invitó a participar en la rebatinga y la repartidera del tesoro, tal y como sí lo hace con PP Suaves y con Lacho, pero Lacho el viejo, no Horacio el joven barbón, iluso y aventado como “El Borras” a la polaca.
En la citada encerrona-peleadera, a este par de dinosaurios bribones, los embarraron de lo lindo y por partes iguales de los tres candidotes, hasta los cargamaletas de éstos, intervinieron, en vedad que los acusaron, pero que sí precioso, tantas marranadas se dijeron, en las que están involucrados los dos con el gobierno ranchero actual.
Luego se serenaron, llegó la cordura -o se les acabó la saliva-, vino un remanso de paz y acordaron repartir los 300 mil bilimbiques que llegasen del amigo de Tlaxca, la tierra del centro del país, pero quedó claro que Moni se fue con los 300 mil de Rovas.
Y así, los tres pobres aspirantes, nunca tantearon que ni con 3 millones, ¡y ni con 30 melones! podrían salir bien librados de esa mariguana idea de ganarle al PAN y a Morena, ni siquiera se centraron en tratar de recuperar su dinerito, pues tarde, pero sabían a media campaña, que palo dado, ni Dios lo quita.
En fin, érase una vez un partido que ya murió ¿o no?