No tengo idea de cuándo nació la inveterada costumbre de infiltrar o patrocinar un movimiento para utilizarlo, reventarlo, o al menos para desacreditarlo. El Presidente dice que el movimiento feminista ha sido infiltrado. Sí, es posible, hay indicios, pero… tendría que probarlo. La Jefa de Gobierno de CDMX, Claudia Sheinbaum, dijo que María Beatriz Gasca, una ejecutiva de la empresa GINgroup, financiaba a por lo menos uno de los grupos feministas. Está en su derecho de ponerse en guardia, porque la señora Gasca representaba (¿?) intereses que se han puesto en entredicho, aunque luego de ser exhibida se deslindó de la empresa y la empresa de ella. Además, GINgroup sí tiene una presencia importante en por lo menos dos medios de comunicación. No es un dato menor en estos tiempos donde las batallas más cruentas se dan en los medios.
Yo creo que el señalamiento de doña Claudia no es importante. La señora Gasca, como ejecutiva de una empresa o como ciudadana, tiene todo el derecho de apoyar a los movimientos que se le pegue la gana. Hasta la empresa GINgroup es libre de hacerlo, moralmente o en especie. Cualquier partido, por ejemplo, puede también solidarizarse con el movimiento feminista. La coincidencia de estos factores sociales (partidos y empresas) en la lucha feminista es de mayor importancia. Eso ahorraría mucho desgaste tanto a las feministas como a las instancias a las que cuestionan.
En las empresas, por ejemplo, la reconsideración de sus políticas en Recursos Humanos, a favor de la equidad de género, algo tan simple, cambiaría muchos esquemas tanto en el ámbito laboral como en el privado. La dignificación de la mujer trabajadora daría un rostro nuevo, más justo, a la familia como institución.
Recordemos que por más que se aprueben leyes, nada va a cambiar mientras no se redefina la vieja idea de familia donde el liderazgo lo ejercen los varones. Esta nueva familia en equidad puede ser descrita y hasta ordenada por las leyes, pero esto no se trata de un cambio por decreto sino de conciencias. ¿Cómo puede reivindicarse una mujer si en su trabajo es discriminada, disminuida ante sus iguales varones? Yo espero que GINgroup ya esté haciendo algo acerca de esto.
Si los partidos abiertamente apoyaran al movimiento feminista también sería extraordinario. Obviamente apoyar no como un acto de promoción política; apoyar replanteándose a sí mismos, impulsando la participación de las mujeres militantes; respetando, sin trampas, las reglas electorales de equidad de género. En pocas palabras, asumiendo y ejerciendo el feminismo en los partidos. Esto llevaría a la función pública a más mujeres, pero no sólo con convicciones partidistas, también con una idea clara de la equidad. A la postre eso se reflejaría en la administración pública y en la legislación. Estoy seguro que la militancia y la popularidad se incrementarían bastante.
En ambos casos esto no sería infiltración sino asunción, algo que debería ser generalizado. Pero no se trata de un solo movimiento sino varios, no necesariamente definidos geográficamente. Esto complica las cosas y debilita. La idea general concreta se vuelve abstracta cuando un grupo coincide en una prioridad que manda a la cola a las demás, o de plano las descarta… como el aborto. Lo que me lleva a pensar que si el aborto divide al feminismo, no es un tema feminista sino de ambos géneros. Porque también hay feministas que rechazan el aborto, y no son infiltradas.
Precisamente, durante la pasada marcha feminista a favor del aborto en la Ciudad de México, no me preocupaba tanto que los grupos estuvieran infiltrados o patrocinados; estuve a la expectativa por la inminente confrontación. Temía que el contingente llegara al Zócalo, que está “infiltrado” a medias por un grupo de fanáticos religiosos, con un discurso violento y que no dudarían en convertirse en mártires. El resultado hubiera sido un espectáculo dantesco, una batalla campal entre feministas, “frenéticos” y policías. Todo por una exigencia que no tiene sentido en el Zócalo, y sí lo hubiera tenido en el Congreso de la Unión y en la Suprema Corte de Justicia.
Al final los “frenéticos” siguieron tan campantes en su campamento rezando sus rosarios. No se realizó mi temor, pero todo indica que así hubiera sido. Porque, eso sí, las mujeres marchantes demostraron que pueden responder violentamente. Y las mujeres policías de la CDMX demostraron que el género no importa a la hora de impedir una marcha a otras mujeres. ¿Esperaban abrazos? Claro que no. Ambos contingentes hicieron lo que les ordenaron hacer.
No importa si las patrocinaron o no, lo cierto es que esas marchas no deberían existir. Son vergonzosas. ¿Cómo es posible que las mujeres tengan que marchar para poder ser escuchadas? Y con frecuencia, ni así… Eso, me temo, también es un atentado a sus derechos.
Por otra parte, soy de los que opinan que deberían construir un condominio en el Zócalo, para que envejezcan tranquilamente los de FRENAA y porque como escaparate político y social, la vieja Plaza de la Constitución ya aburre.