Los protagonistas de las próximas elecciones municipales de Reynosa están ya develados e iniciarán sus campañas el próximo 14 de mayo, los tres son ampliamente conocidos dentro del cosmos político lo cual no implica que ya cuentan con la simpatía de los aproximadamente 480 mil votantes.
Porque en mí opinión, ni Serapio Cantú Barragán, ni José Ramón Gómez Leal e incluso Maki Ortiz, ya tienen votos en el morral, quien por cierto todavía no decide si solicitará licencia o hará proselitismo en sus ratos libres.
Serapio fue alcalde en el período 2002-2004 y concluyó su administración sin escándalos y con una serie de obras que todavía se advierten por el libramiento Echeverría y el bulevar Hidalgo, pero hay un segmento de votantes menores de 30 años que eran niños o adolescentes cuando él desarrollaba actividad política y ahí tendrá que trabajar.
José Ramón Gómez Leal tiene el antecedente inmediato de haber obtenido como candidato independiente 55 mil votos en las pasadas elecciones municipales de junio de 2016.
Ahora participará postulado por el MORENA que con el efecto López Obrador es lógico suponer que incrementará la anterior cifra, sin embargo, en Reynosa no todos simpatizan con AMLO y ya se verá si son más los pros que los contras de ese efecto.
Mientras que Maki Ortiz con su desempeño como alcaldesa no tendrá suficiente, habrá de recurrir a su habilidad o carisma para conectar con el votante, no todos están con ella por la simple razón de que el presupuesto municipal no da para quedar bien con todos.
Y si las deficiencias en los servicios públicos se acrecentan en los meses venideros pueden hundirla en plena campaña, no todos los votantes le comprenderán que el mal estado de la estructura urbana viene de herencia.
Pero ya es viernes y hoy juega la “Sele” contra Islandia, un país que estando en medio de la nada nos da el 10 y las malas en democracia y por ende en calidad de vida, y se me hace que hasta en soccer porque le dieron tronco a Inglaterra para poder participar en el certamen mundial.
Así que pásenla bien, pero con la correspondiente cautela, no vaya a ser que a la salida lo confundan con un mañoso y bye Lulú.