Tenemos poco más de dos décadas de contar con un sistema democrático moderno. Sabemos que las elecciones de siglos pasados configuraron, por un lado, lo que se llamó una dictablanda, a decir de Vargas Llosa (que no era otra cosa más que la simulación de unas elecciones presidenciales y de un congreso legislativo – durante el siglo pasado-) y los intentos por configurar un sistema político lleno de “sube y bajas” (establecido durante el convulso siglo XIX: independencia, invasión francesa, invasión norteamericana y guerra de reforma).
Estamos, pues, ante una incipiente y débil democracia. Que se vio fortalecida durante los sexenios que se vivieron con Fox, Calderón y Peña, pero que se podrían ver ensombrecidos ante el avasallador triunfo de MORENA y López. Incipiente, pues una democracia consolidada requiere, a decir de los expertos, años y años de gestación y gestión. Débil, pues aún vemos que los legisladores votan por mandato (del partido o del Ejecutivo) y no en aras de un fortalecimiento del Estado.
Han sorprendido acontecimientos tales como las más llamadas consultas ciudadanas (Aeropuerto de la Cd. de México, el tren Maya o la termoeléctrica del Estado de Morelos), las votaciones que por “mandato” hemos visto por parte de los legisladores, donde no encontramos un real contrapeso… o las lamentables decisiones (que parecería carecen de estrategia o visión de estado) del Ejecutivo.
Pero no todo está perdido. Nuestros legisladores han logrado ponerse de acuerdo. Los acuerdos a los que llegaron para la creación de la Guardia Nacional y la manera en que votaron (unanimidad) se pueden considerar como avances significativos en nuestro sistema democrático.
Ahora bien, falta mucho por hacer y consolidar…. estos primeros cien días, a decir de muchos, han sido un fiasco (alza de gasolinas, decisiones tomadas sobre las rodillas, visiones de estado limitadas), mientras que para otros, apenas se están dando los pasos para esa cuarta transformación de la que tanto se ha hablado.
Ya lo hemos dicho anteriormente, hay que esperar… la paciencia no es virtud del mexicano en cuestión de resultados políticos (no se diga para temas de fútbol o similares). La pregunta, sin embargo, que se pone sobre la mesa es: ¿hasta cuándo?
Esta Jirafa seguirá atenta.